Ayer, el número oficial de víctimas mortales a causa del Covid-19 superó los 6 millones, lo que refleja que la pandemia, que entra en su tercer año, está lejos de haber terminado.
El hito, registrado por la Universidad Johns Hopkins, es el último recordatorio trágico de la naturaleza implacable de la pandemia, incluso cuando la gente se está despojando de los barbijos, se están reanudando los viajes y los comercios vuelven a abrir en todo el mundo. Las islas remotas del Pacífico, cuyo aislamiento las había protegido durante más de dos años, ahora lidian con sus primeros brotes y muertes, alimentados por la variante Ómicron altamente contagiosa.
Hong Kong, que ve cómo se disparan las muertes, está sometiendo a toda su población de 7,5 millones de personas a tres tests este mes, mientras se aferra a la estrategia de China continental de “cero contagio”.
Las tasas de mortalidad en todo el mundo siguen siendo las más altas entre las personas no vacunadas contra el virus, dijo Tikki Pang, profesor visitante de la facultad de medicina de la Universidad Nacional de Singapur y copresidente de la Coalición de Inmunización de Asia y el Pacífico.
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