La Unión Europea y Estados Unidos han asestado ayer los primeros golpes políticos y económicos a Rusia como represalia por la decisión del presidente Vladímir Putin de reconocer la independencia de una parte de Ucrania, controlada desde hace años por separatistas prorrusos, y de enviar tropas a la zona, gestos que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha calificado por primera vez como “el principio de la invasión”.
Tras sendas baterías de medidas, Bruselas y Washington se reservan la posibilidad de imponer sanciones aun mayores si Putin extiende el conflicto al resto del país, en una guerra que supone la mayor crisis de seguridad en Europa desde el final de la Guerra Fría y que podría amenazar la vida de decenas de miles de personas.
Biden ha comparecido en la Casa Blanca para ofrecer uno de los discursos más importantes de su mandato, en el que ha anunciado, después de semanas de advertencias, la “primera batería de sanciones” contra Rusia, tras su decisión, dada a conocer el lunes, de reconocer la independencia de las regiones separatistas del este de Ucrania, Donetsk y Lugansk. Las medidas contra Moscú incluyen el bloqueo de las operaciones de dos poderosas instituciones financieras de propiedad estatal: el Banco de Desarrollo Ruso (Vnesheconombank o VEB) y el Banco Militar (Promsvyazbank). Se congelan sus activos en Estados Unidos, se prohíbe a los ciudadanos norteamericanos hacer negocios con ellos y se les cierra el acceso al dólar. El presidente estadounidense también ha prometido cortar “las vías de financiación de la deuda soberana”. “Eso significa que hemos aislado al Gobierno de Rusia de las finanzas occidentales”, dijo.
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