El lunes, Vladimir Putin respondió “bien” a la propuesta de su canciller de que la diplomacia debería ser la vía para zanjar el conflicto de Ucrania, y, al día siguiente, el Ministerio de Defensa de Rusia dijo que parte de los casi 180.000 efectivos que desplegó en sus fronteras con Ucrania se retirarían tras haber completado sus ejercicios militares. Sin embargo, pronto se comprobó que muchas unidades se estaban preparando para luchar.
Así, muchos funcionarios de seguridad occidentales lo acusaron de mentir, redoblando sus advertencias sobre una inminente invasión rusa. “Incluso si las tropas se retiran, esta crisis aún no ha terminado. Y, con guerra o sin guerra, Putin ha dañado a su país al manipularlo”, apunta un agudo editorial publicado ayer en la revista The Economist.
“Muchos observadores occidentales cuestionarían ese juicio. Sin disparar un tiro, señalan, Putin se ha convertido en el centro de atención mundial, demostrando que Rusia importa una vez más. (...) Y en casa subrayó su habilidad política y se distrajo de las dificultades económicas y la represión de opositores como Alexei Navalny. Sin embargo, estas ganancias son tácticas. Aunque Putin las logró, en un sentido más duradero y estratégico, perdió terreno”, argumenta el editorial.
Asimismo, sigue explicando que Occidente acordó un paquete de sanciones más duro que en 2014, cuando Rusia se anexó Crimea.
“Ucrania ciertamente ha sufrido. Pero la crisis también reafirmó el sentimiento popular entre los ucranianos de que su destino está en Occidente”, explica The Economist. “Es cierto que Putin obtuvo garantías de que Ucrania no está a punto de unirse a la OTAN, pero fueron baratas, porque la membresía siempre fue remota. Lo importante es que, habiendo sido descuidada en los últimos años, Ucrania goza del apoyo diplomático y militar sin precedentes de Occidente. Esos lazos, forjados en la crisis, no se disolverán repentinamente si las fuerzas rusas retroceden. Una vez más, es lo contrario de lo que quería Putin”.
¿Y si Putin invadiera? “Además de devastar Ucrania, la guerra haría mucho más daño a Rusia que la amenaza de guerra (...); Ucrania se convertiría en una Rusia sangrante de dinero y hombres; y el señor Putin sería un paria. La propia Rusia se vería arruinada, a corto plazo por las sanciones y más tarde por una autarquía y una represión aún más profundas”, remata The Economist.
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