Derry conmemora este fin de semana el 50 aniversario del Domingo Sangriento con un programa de eventos titulado “Un Mundo, Una Lucha”, con el que la ciudad norirlandesa recuerda a los 14 inocentes que perdieron la vida a manos de soldados del Ejército británico.
El barrio católico del Bogside, escenario de la masacre, volverá a ser el epicentro de uno de los episodios más dolorosos del pasado conflicto, superado, en parte, por los esfuerzos de las familias para limpiar la memoria de las víctimas.
“UN LARGO VIAJE”
“Ha sido un viaje largo y duro, durante el que hemos tenido muchos aniversarios y hemos aprendido cómo celebrar nuestros logros. Eso quedará reflejado en el conjunto de eventos que hemos programado para esta fecha tan especial”, explicó Tony Doherty, presidente de la fundación Domingo Sangriento, cuyo padre, Patrick, murió tiroteado aquel 30 de enero de 1972.
Tenía solo nueve años y, como muchos otros vecinos del Bogside, se echó a las calles de Derry esa mañana para marchar en defensa de los derechos de los católicos en una Irlanda del Norte donde el monolítico Gobierno de unionistas-protestantes practicaba una política altamente discriminatoria y sectaria.
No llegaron muy lejos porque las medidas impuestas por la Policía para impedir que marchasen hasta el ayuntamiento desembocaron en disturbios, lo que dio pie a que entrase en el Bogside el primer batallón del Regimiento de Paracaidistas, una unidad ya temida en la región por su brutalidad.
CIEN BALAZOS EN DIEZ MINUTOS
En poco más de diez minutos, los soldados dispararon más de 100 proyectiles de bala contra civiles indefensos, hasta acabar con la vida de 14 personas, nueve de ellas con edades comprendidas entre los 17 y 22 años.
“Recuerdo ese día con mucho dolor, recuerdo cuando nos confirmaron que mi padre había muerto. Pero los días siguientes fueron casi peores, con el silencio y el shock que se apoderó del barrio”, dice Doherty.
Después, subraya, llegó la “frustración, ira, incredulidad”, porque “a la masacre le siguió una campaña de mentiras orquestada por el Gobierno británico” para desacreditar a las víctimas y defender que los soldados mantuvieron un “enfrentamiento con el IRA”.
Esa versión llegó a ser la oficial a raíz de la investigación desarrollada en 1972 por Lord Widgery que, carente de toda imparcialidad, concluyó que los militares respondieron con fuego a la agresión de terroristas de un Ejército Republicano Irlandés (IRA) dividido y en horas bajas.
De hecho, la masacre sirvió para alimentar sus filas y “cientos de jóvenes de mi generación nos alistamos” en la banda, recuerda Doherty, quien pasó cuatro años en la cárcel por intentar atentar con una bomba de fabricación casera.
UN CAMBIO TRASCENDENTES
Sin renunciar a sus credenciales republicanas, Doherty cambió la acción armada por el activismo pacífico, uniéndose al Fideicomiso del Domingo Sangriento para lanzar en 1992 junto a las otras familias una campaña para exigir al Gobierno de Londres una nueva investigación.
Después de 38 años de espera, el llamado Informe Saville calificó en 2010 de “injustificada e injustificable” la actuación de los soldados, quienes sabían además que estaban ofreciendo “falsos testimonios” al tribunal de lord Widgery.
El entonces primer ministro británico, el conservador David Cameron, tuvo que pedir perdón a las familias y subrayar que todos los fallecidos y heridos en el Domingo Sangriento no eran miembros del IRA, sino civiles inocentes.
Todos menos uno. El juez Saville mantuvo que Gerald Donaghey, de 18 años, es “probable” que portara “bombas caseras cuando recibió disparos”, aunque precisó que éste no fue tiroteado mortalmente “por estar en posesión de artefactos caseros”.
LAS CAUSAS PENDIENTES DEL DOMINGO SANGRIENTO
El fideicomiso ha organizado para mañana al mediodía un acto en el Monumento de Lecky Road, en el Bogside, para recordar a Donaghey: “Gerald siempre recibe una mención especial y seguimos defendiendo su caso de manera individual”, señala Doherty.
Este es uno de los asuntos pendientes para los activistas, que tienen otro frente ahora abierto con Boris Johnson. El “premier” tory presentó el pasado mayo una propuesta de ley encaminada a conceder una amnistía a los militares que sirvieron en Irlanda del Norte durante el conflicto, una medida que se aplicaría también a los paramilitares.
Esta nueva legislación paralizaría los posibles procesos contra los militares implicados en el Domingo Sangriento, entre ellos, el llamado “Soldado F”, responsable, según el Informe Saville, de la muerte de varios civiles en la masacre, incluido el padre de Doherty.
De momento, la fiscalía norirlandesa decidió el pasado julio retirar los cargos presentados contra el “Soldado F” porque entiende que no hay una perspectiva razonable de obtener una condena.
"El ‘Soldado F’ es un asesino múltiple que está siendo protegido por el Estado británico y su propio regimiento, lo que es injusto y equivocado. Las familias creen que aún debe de hacerse justicia”, concluye Doherty.
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