Hace veinte años, las liras italianas, los marcos alemanes, los francos franceses y las pesetas españolas, entre otras divisas del Viejo Continente, se despidieron y dieron pie al nacimiento de la nueva moneda unificada europea: el euro.
El 1 de enero de 2002, 12 de los 27 países miembros de la Unión Europea adoptaron la nueva divisa, que en la actualidad es la segunda moneda más intercambiada a nivel global luego del dólar. A las doce naciones originales con el paso del tiempo se sumaron siete más y en la actualidad suman en total 19 los países europeos que adoptaron al euro como moneda.
El Tratado de Maastricht de 1992, que implicó la creación de la Unión Europea (UE), además de establecer directivas para la cooperación en la política exterior, de seguridad y de justicia; y un mercado único para la libre circulación de personas, mercancías y capital, dispuso normas estrictas para la adopción de lo que sería la futura moneda única, incluyendo topes para la inflación, el déficit (no mayor al 3% del PBI), la deuda (no más del 60% del producto), las tasas de interés y los tipos cambiarios.
Desde entonces, comenzó una década de preparación para la entrada del euro: su introducción inicial se produce el 1 de enero de 1999 cuando se fijaron los tipos de cambio del euro con cada moneda nacional.
En ese marco, el 1 de enero de 2002 los billetes y monedas de euro pasaron a ser formalmente de curso legal en doce países: Alemania, Austria, Bélgica, España, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Grecia, Luxemburgo, Países Bajos y Portugal.
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