La aparición de la variante Ómicron de Covid-19 amenaza con profundizar la acumulación de vacunas en manos de los países más ricos que avanzan con nuevas compras para terceras y cuartas dosis, impulsados por las grandes farmacéuticas que destacan la efectividad del refuerzo para neutralizar la nueva mutación, pese a que esto todavía no está probado científicamente.
El desigual reparto de inmunizantes es lo que transforma a África en un “caldo de cultivo de las variantes” del coronavirus, tal como señaló hace días el secretario general de la ONU, António Guterres, lo que se evidenció con el surgimiento de Ómicron, detectada por primera vez en Sudáfrica.
Pero en lugar de enviar más dosis a las regiones afectadas, existe el temor de que el círculo vicioso acelere su marcha y aquellas naciones con más stock, especialmente Estados Unidos y las europeas, aumenten el acopio y ralenticen las donaciones directas o a través del Covax, el mecanismo impulsado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para achicar la brecha en el acceso.
“Con la aparición de la variante Ómicron debemos asegurarnos de no repetir los errores del pasado que permitieron que los países ricos monopolicen dosis para sus programas de refuerzo para quienes ya han sido vacunados, cuando los grupos de alto riesgo en los países de bajos ingresos aún no recibieron su primera o segunda dosis", indicó Deborah Gleeson, co-coordinadora de la Maestría en Salud Pública de la Universidad La Trobe ubicada en Melbourne, Australia.
Nueva advertencia
La responsable de inmunización de la OMS, Kate O'Brien, hizo esta semana la misma advertencia: con la nueva variante "hay riesgo de que los suministros mundiales sean redirigidos nuevamente hacia países con altos ingresos que buscan acumular vacunas para proteger a sus poblaciones hasta un punto excesivo".
La desigualdad actual, en una fase temprana de expansión de Ómicron, ya es alarmante: más del 80% de los inoculantes fueron a países del G20, mientras que los de bajos ingresos recibieron el 0,6%, según denunció el último lunes el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
La agencia sanitaria de la ONU puso como meta que al menos el 40% de la población de todos los Estados hayan recibido una inyección para fines de este año, algo que 73 países (44 de ellos en África) no están en camino de alcanzar, de acuerdo a la última proyección de Our World in Data de la Universidad de Oxford.
“El mundo falló de forma tan grande y predecible a los países en desarrollo que es difícil ver que se haya hecho algo bien a esta altura. Por supuesto, somos muy afortunados de tener no una, sino varias vacunas diferentes que funcionan muy bien, pero debemos compartirlas de manera mucho más equitativa y obligar a las empresas farmacéuticas a compartir sus conocimientos y tecnología si queremos poner fin a esta pandemia”, explicó Gleeson.
El negocio de las farmacéuticas
Lejos de esto último, las grandes farmacéuticas se oponen a liberar las patentes y estuvieron esta semana alentando a que los países más avanzados en sus campañas de inmunización continúen comprando sus fármacos para administrar terceras o hasta cuarta dosis, como ya se debate en Israel.
El miércoles, las empresas Pfizer y BioNtech, fabricantes de uno de los sueros de ARN mensajero contra la Covid-19, dieron a conocer un estudio en el cual afirman que su vacuna es también eficaz contra Ómicron si se administran tres dosis en lugar de las dos recomendadas para otras variantes como la Delta, que continúa siendo la predominante en el mundo.
La OMS leyó los datos de este estudio, indicó O'Brien y, en efecto, podría ser "que las dosis adicionales puedan proteger mejor contra Ómicron", pero "aún estamos en un comienzo" del análisis.
La iniciativa para suspender temporalmente las patentes de las vacunas y tratamientos contra el coronavirus, presentada en octubre de 2020 en la Organización Mundial del Comercio (OMC) por India y Sudáfrica, sigue frenada por decisión de un pequeño grupo de países industrializados, especialmente la Unión Europea, Reino Unido y Suiza.
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