Moscú
La canciller alemana, Angela Merkel, le pidió al presidente ruso, Vladimir Putin, la liberación del opositor encarcelado Alexéi Navalny, durante su última visita a Moscú antes de dejar el poder.
“Una vez más, le pedí al presidente ruso la liberación de Navalny”, afirmó Merkel durante una rueda de prensa conjunta con Putin en Moscú, en el primer aniversario del envenenamiento del activista anticorrupción.
Hace un año, el opositor fue objeto de un envenenamiento atribuido a las autoridades rusas, algo que el Kremlin niega, y pudo salvar su vida en Alemania, pero en enero regresó a Rusia, donde fue encarcelado.
El presidente ruso se defendió diciendo que su principal opositor no está detenido “por sus actividades políticas”, sino por “una infracción criminal con socios extranjeros”. “Pido que las decisiones judiciales de la Federación Rusa sean tratadas con respeto”, agregó Putin, en el poder desde 2000 y para quien “la lucha contra la corrupción no debería usarse para lograr fines políticos”.
Las autoridades se emplearon en los últimos meses en desmantelar toda la red de Navalny antes de las elecciones legislativas de septiembre, poniendo incluso a sus aliados en libertad vigilada.
La petición de Merkel se suma a la del presidente francés, Emmanuel Macron, que el jueves durant una conversación telefónica urgió a Putin a liberar a Navalny.
El Reino Unido anunció además sanciones contra siete agentes de seguridad rusos por su presunto papel en el envenenamiento.
El opositor, en una prisión a 100 kilómetros al este de Moscú, aprovechó la visita para lanzar un mensaje en redes sociales para agradecer a todos aquellos que le salvaron la vida.
“Tengo una segunda oportunidad de vivir y de tomar todas las decisiones que estimo justas y honestas”, afirmó.
Evitar el “colapso” de Afganistán
La discusión, que también abordó cuestiones como Afganistán o Ucrania, se anunciaba difícil por las “diferencias profundas” entre ambos, en palabras de Merkel a su llegada a la capital rusa.
Tras haber depositado una ofrenda floral en la tumba del soldado desconocido en Moscú, la canciller fue recibida en el Kremlin por el Vladimir Putin, que la esperaba con un ramo de flores.
Durante sus 16 años de mandato, la jefa del gobierno alemán ha mantenido una ininterrumpida relación compleja y ambivalente con el mandatario ruso, ambos veteranos de la escena internacional.
Merkel, rusófona crecida en la RDA, y Putin, que habla alemán por sus años de servicio en el KGB en Alemania del Este, siempre han reivindicado una verdadera relación de trabajo a pesar de sus diferencias.
Desde 2005, han discutido duramente o con ironía, sobre muchos temas, desde Siria hasta Ucrania o Bielorrusia, los ciberataques atribuidos por Berlín a Moscú o el envenenamiento de Navalny.
Sobre Afganistán, el presidente ruso pidió a la comunidad internacional que impida el “colapso” y advirtió que debe impedirse que los “terroristas” salgan del país, ocultos como refugiados.
Putin pidió además que no se intente imponer “valores ajenos” en el país ni “la democracia en base a modelos extranjeros”. “Creo que esa es la lección de Afganistán”, subrayó durante la rueda de prensa
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