El gobierno del presidente de EEUU, Joe Biden, trazó desde su inicio una estrategia para contener una variante del virus. Entonces apareció otra mucho más contagiosa, la delta, que hoy representa más del 50 por ciento de casos a nivel nacional.
Biden alcanzó días atrás -con un mes de retraso- su objetivo de que el 70 por ciento de los adultos de EE UU hayan recibido al menos una dosis de vacuna contra el Covid-19.
Concebido en principio como una afirmación de la resiliencia estadounidense para coincidir con el Día de la Independencia, el hito ofrece ahora poco que celebrar.
Impulsados por la variante delta del virus, los nuevos contagios están en una media de más de 70.000 al día, por encima del pico del verano boreal pasado cuando no había vacunas disponibles.
Y la variante delta no hace distinciones cuando se trata de política. Si la respuesta de Biden a la pandemia parece insuficiente, los gobernadores republicanos que se oponen a las medidas de precaución también se ven cuestionados. Ellos también contaban con que los casos cayeran. En lugar de eso, los pacientes sin vacunar abarrotan sus hospitales.
La estrategia de Biden logró conseguir vacunas más que suficientes para proteger el país, y para enviar 110 millones de dosis a otros países.
Cuando el presidente fijó su objetivo de vacunación del 70 por ciento el 4 de mayo, EE UU administraba unas 965.000 primeras dosis al día, más del doble de lo necesario para llegar al objetivo del 4 de julio.
Entonces empezaron a pasar cosas. Aunque la Casa Blanca estaba al tanto de los sondeos sobre personas que se negaban o no estaban motivadas para vacunarse, las autoridades no esperaban que casi 90 millones de estadounidenses siguieran dando la espalda a vacunas que podrían salvar vidas y ofrecer una vía de vuelta a la normalidad.
Trumpistas y antivacuna
La difusión de desinformación sobre las vacunas permitió que se extendiera la sombra de la duda que ya existía en algunas comunidades, especialmente en estados conservadores y rurales de mayoría republicana.
Más del 99 por ciento de las muertes por Covid-19 y el 97 por ciento de las hospitalizaciones ocurren entre personas no vacunadas, según los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC).
Un sondeo del New York Times descubrió en abril que tanto la disposición a recibir una vacuna como las tasas reales de vacunación a la fecha eran más bajas, en promedio, en los condados donde la mayoría de los residentes votaron para reelegir al expresidente Donald Trump en 2020.
Consultados en diferentes sondeos sobre sus planes de vacunación, los republicanos de todo el país han sido mucho menos propensos que los demócratas a decir que planean vacunarse. Más recientemente, las encuestas de la Universidad Monmouth y la Universidad Quinnipiac indicaron que casi la mitad de los republicanos no planeaba vacunarse. Sólo alrededor de 1 de cada 20 demócratas dijo lo mismo.
De hecho, los estados que están siendo más golpeados por el alza de casos de Covid son en su mayoría de tendencia republicana. Tan solo en Florida se está registrando el 23 por ciento de las hospitalizaciones de todo EE UU, pese a que el estado, gobernado por el republicano Ron de Santis, representa únicamente el 6 por ciento de la población total del país. Además, Florida también es el estado que más casos está reportando diariamente. Siete estados de EE UU aportaron la mitad de los nuevos casos y hospitalizaciones del país en los últimos días, según el coordinador de Covid-19 de la Casa Blanca, Jeff Zients. Dichos estados son, además de Florida, Texas, Missouri, Arkansas, Alabama, Mississippi y Lousiana, este último el único del grupo que está gobernado por un demócrata.
Línea de batalla
Las inmunizaciones se han convertido en la nueva línea de batalla política del coronavirus. Durante meses, sectores conservadores han mostrado desconfianza por lo que consideran una pérdida de libertad con las medidas sanitarias como el uso de mascarillas, el distanciamiento social o los confinamientos.
Además, han desalentado la inmunización, a menudo basándose en la premisa de que las vacunas sólo se han aprobado para su uso en caso de emergencia, o en afirmaciones infundadas de que las vacunas incluyen microchips para rastrear y vigilar a los ciudadanos.
Según un sondeo de AP-NORC, los demócratas superan a los republicanos en afirmar que están al menos algo preocupados de que alguien cercano a ellos se infecte: 70 contra 18 por ciento.
Y un 43 por ciento de los republicanos afirman que no se han vacunado y que definitiva o posiblemente no lo harán, contra 10 por ciento de los demócratas.
Incluso ha habido protestas contra la vacunación en New Hampshire y otros lugares, pese a que el propio Trump, que en su momento minimizó el Covid y presumió de no usar barbijo, se atribuye ahora el mérito de haber iniciado la titánica operación para desarrollar y distribuir las vacunas en tiempo récord.
En este marco, desde luego que hay excepciones: condados que apoyaron a Trump en las últimas elecciones y ahora tienen tasas de vacunación superiores al promedio.
Y del mismo modo, algunos condados que votaron a Biden y ahora se están quedando atrás en los esfuerzos de inmunización.
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