Un total de 237.000 franceses, según el Ministerio del Interior, salieron a las calles de más de 100 ciudades, por cuarto sábado consecutivo, a expresar su rechazo a las medidas de control de la Covid-19, especialmente contra el pase sanitario y la vacunación obligatoria para el personal de Salud. El número de manifestantes superaba a los 204.000 el último sábado y parece importante si se tiene en cuenta que es pleno verano en el hemisferio Norte.
Las marchas llegan a dos días de la entrada en vigor de gran parte de las restricciones y coincidieron con un nuevo mensaje del presidente Emmanuel Macron, que volvió a instar a la vacunación.
Desde el lunes habrá que mostrar un certificado de vacunación, un test PCR negativo o un certificado de recuperación de la enfermedad para poder acceder a los cafés y restaurantes, salas de espectáculo y ferias profesionales, o para realizar un trayecto largo en avión, tren o colectivo.
Macron impulsó estas medidas como forma de apurar la campaña de vacunación, que ya llegó a 44 millones de franceses con al menos una dosis (casi el 66% de la población) y, más bien, para presionar a los reticentes a inmunizarse.
Aunque la epidemia vuelve a estar en expansión, muchos franceses ven estas medidas como un ataque a las libertades civiles.
El jueves último el Tribunal Constitucional refrendó la extensión del pase sanitario a más espacios públicos y la obligación de que se vacune el personal sanitario. Buena parte de los manifestantes, algunos vacunados, ven en esta imposición del pase sanitario una "obligación camuflada para vacunarse" y "una sociedad de control", y temen que los empleadores puedan suspender temporalmente el contrato de un trabajador si este no tiene el pase en regla.
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MANIFESTACIÓN EN LAS CALLES
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