La cifra de muertes por el accidente aéreo militar en Filipinas ascendió a 52. Ayer las fuerzas de seguridad de Filipinas iniciaron la recorrida de una remota isla sureña en busca de las cajas negras con la información del avión militar Hercules C-130 de transporte. La mayoría de los tripulantes eran militares recién graduados, cuando se salió de la pista el domingo al intentar aterrizar en la isla de Jolo, en Asia.
Cincuenta personas, incluyendo 47 militares y tres civiles, murieron cuando el avión deslizó y estalló en llamas, dijo el portavoz de las Fuerzas Armadas Filipinas, mayor general Edgard Arévalo. Tres personas murieron en tierra mientras trabajaban en una cantera, confirmó el dirigente local Tanda Hailid. “Tenemos gente en el terreno para resguardar las piezas de evidencias que vamos a recuperar, en especial el registro de información de vuelo”, dijo Arévalo. Añadió que la investigación incluye el relato de testigos, grabaciones y las conversaciones de radio entre el piloto y la torre de control.
La mayor parte de los pasajeros concluyeron recientemente el entrenamiento militar básico y fueron enviados a la isla como parte de un esfuerzo contrainsurgente en la zona de mayoría musulmana. “Esta es una de las peores tragedias que le han ocurrido a nuestras fuerzas armadas”, dijo Arévalo. El presidente del país, Rodrigo Duterte, voló a un campamento militar en la sureña ciudad de Zamboanga, donde fueron trasladados los muertos y decenas de heridos tras el accidente. “Los entiendo. Estoy tan apenado como ustedes. Y como comandante en jefe, soy quien más sufre por las vidas perdidas”, declaró Duterte en una base naval después de saludar a los ataúdes cubiertos con banderas.
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