Un misil disparado desde Siria tras una incursión aérea israelí en el área de Damasco estalló en la madrugada de ayer en una zona próxima a la central nuclear de Dimona, en el sur de Israel, después de haber recorrido más de 200 kilómetros sin ser interceptado por los escudos defensivos anticohetes del Ejército. El S-200 (SA5) tierra-aire fue lanzado contra cazas que bombardeaban, en las proximidades de Damasco, posiciones iraníes y de las milicias chiíes aliadas del régimen sirio, según un portavoz militar israelí, quien señaló que se trataba de un “proyectil perdido” y que no iba expresamente dirigido hacia Dimona.
En esas instalaciones se desarrolla desde hace más de 50 años el programa nuclear de Israel. Es un secreto a voces —mantenido en medio de una calculada ambigüedad— que el Estado judío posee el arma atómica.
La activación de las alarmas antimisiles y las explosiones de los cohetes interceptores, que pudieran oírse en la región de Jerusalén, sobresaltaron a muchos israelíes a primera hora de la madrugada en el centro y el sur del país, y reflejaron el alto estado de alerta en las Fuerzas Armadas. El cohete estalló en un descampado del desértico Negev en la localidad de Ashalin, a unos 30 kilómetros al suroeste de Dimona, sin causar daños.
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