Con más de 67 muertes en 24 horas, Brasil totaliza 553 fallecidos desde que empezó la pandemia de coronavirus. También crece el número de infectados y asciende a 12.056.
Las nuevas cifras indican que la tasa de letalidad de Brasil es de 4,6%, según el boletín oficial, aunque las proyecciones matemáticas advierten que los 12.000 casos confirmados suponen apenas el 10 por ciento del total de contagiados.
San Pablo, el estado más poblado del país, que prorrogó hasta el 22 de abril las medidas de distanciamiento social y cierre de la actividad económica, lidera con 4.866 casos y 304 muertos la lista de víctimas de la pandemia.
Río de Janeiro tiene 71 muertos y 1461 casos y el tercer estado en letalidad es el el norestino Pernambuco, con 30 decesos, seguido por Ceará, con 29 y Amazonas con 19.
El ministerio de Salud había anticipado en un informe situaciones que pueden pasar a ser calificadas como ‘descontroladas’ en pocas semanas en San Pablo, Río de Janeiro, Amazonas, Brasilia y Ceará.
A su vez, el secretario de Salud del estado de Sao Paulo, José Henrique German, explicó en conferencia de prensa que sin las medidas tomadas desde el 24 de marzo pasado, con restricciones a la circulación de personas, los casos de contagio serían más de 10 veces los actuales.
Crisis política
El presidente de Brasil Jair Bolsonaro no echará por el momento a su popular ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, con quien está enfrentado por el tratamiento de la pandemia de coronavirus en ese país.
“Se queda”, dijo un portavoz del gobierno de Brasil a Clarín, tras la reunión de Gabinete realizada ayer que fue encabezada por el propio Bolsonaro.
El mandatario viene criticando la postura de Mandetta por su defensa cerrada de las cuarentenas masivas y lo acusó de falta de humildad y de querer imponer su voluntad al gobierno.
Pero el ministro cuenta con el apoyo de gran parte de la población, del Congreso y de los gobernadores, por lo que su despido podría tener un alto costo político para el mandatario.
Fueron horas de tensión y frenéticas conversaciones entre ministros y líderes del Congreso para que Bolsonaro no despidiera a Mandetta.
Hubo también advertencias directas al presidente sobre el riesgo certero de una rápida deshidratación de su poder por una relación con el Poder Legislativo que se tornaría irrecuperable en caso de que el ministro de Salud, casi con una unanimidad nacional, tuviera que dejar su despacho.
“Esperamos tener paz para poder conducir. Solo espero que este equipo pueda trabajar”, dijo Mandetta. En la conferencia de prensa, legisladores le expresaron su apoyo y también funcionarios del ministerio.
COMENTARIOS