En medio de la pandemia del coronavirus y de una creciente tensión por su gestión de la crisis sanitaria, el gobierno de Estados Unidos imputó ayer en sus propios tribunales al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y a otras influyentes figuras de ese país por los delitos de narcotráfico y lavado de dinero, a la vez que ofreció recompensas millonarias para facilitar sus detenciones.
Horas después de conocerse las imputaciones, el Fiscal General de Venezuela, Tarek Wiliam Saab, anunció que abría una investigación “por el confeso delito de intento de golpe de Estado contra el presidente Maduro”, contra el jefe de la oposición y mandatario interino designado por la Asamblea Nacional, Juan Guaidó.
Desde Venezuela, Maduro no respondió directamente a la ofensiva estadounidense, pero sí volvió a acusar en Twitter a ese gobierno y a su principal aliado en América Latina de intentar desestabilizar su gobierno.
“¡Ratifico mi denuncia! Desde Estados Unidos y Colombia se conspira y han dado la orden de llenar de violencia a Venezuela”, dijo. “Como jefe de Estado estoy obligado a defender la paz y la estabilidad de toda la patria, en cualquier circunstancia que se nos presente. ¡No han podido ni podrán!”, agregó el mandatario.
EE. UU.
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