Tras 18 meses de tensiones que pusieron en vilo a los mercados, Estados Unidos y China firmaron ayer un acuerdo con el que aspiran a sepultar las amenazas de una guerra comercial entre las dos mayores economías del mundo.
El acuerdo, la fase uno de una negociación más amplia, derivará en un fuerte aumento de las exportaciones estadounidenses a China, establece un mecanismo para la reducción gradual de aranceles y logra algunos avances en materia de protección de la propiedad intelectual, freno a las transferencias forzadas de tecnología y garantías de transparencia en el mercado cambiario.
El documento de 86 páginas fue firmado durante una ceremonia en la Casa Blanca, donde el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, consideró que se ha marcado “un cambio radical en el comercio internacional”, a la vez que fueron “enderezados los errores del pasado”.
Su contraparte estuvo representada por el vice primer ministro chino, Liu He, quien también hizo manifestaciones de satisfacción.
Liu leyó una carta del presidente Xi Jinping, quien destacó que la firma “es buena para China, para Estados Unidos y para el mundo” y expresó su confianza en que las relaciones entre los dos países sea de “mutua confianza y cooperación”.
En uno de los puntos principales del acuerdo, China se compromete a comprar bienes estadounidenses por unos 200.000 millones de dólares en dos años.
De ese total, 50.000 millones de dólares serán destinados a productos agrícolas (el doble del monto actual) y otra cifra similar a energía. En manufacturas, el gigante asiático comprará en ese período 75.000 millones de dólares.
A cambio, Estados Unidos accedió a bajar desde 15% hasta 7,5% los aranceles que había impuesto a los productos chinos por valor de 120.000 millones de dólares. Uno de los grandes objetivos de Trump en esta negociación era el de reducir la brecha comercial anual de casi 300.000 millones de dólares entre ambos países.
COMENTARIOS