El ex presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, fue liberado ayer después de pasar 580 días en una prisión en la sureña ciudad de Curitiba, beneficiado por un fallo del Tribunal Supremo que consideró inconstitucional el arresto de una persona condenada sólo en segunda instancia.
El ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva afirmó ayer que salió de la cárcel “sin odio”, calificó de “mentiroso” al actual mandatario Jair Bolsonaro y acusó de ser el “lado podrido” de la estructura del Estado al ex juez y ahora ministro de Justicia, Sérgio Moro, y a los fiscales que lo acusaron para recibir la condena a prisión por corrupción.
Ante una multitud, Lula dejó la prisión ayer por la tarde luego de que el jueves la Corte Suprema decidiera que todos los presos sin sentencia firme deben esperar la resolución en libertad. Lo primero que hizo el ex mandatario fue brindar un discurso para agradecer a la militancia por haber acampado durante 19 meses frente a su celda de la sede de la Policía Federal en Curitiba, en el sureño estado de Paraná.
“Salgo de aquí sin odio, a los 74 años tengo espacio para el amor porque el amor va a vencer”, dijo el ex presidente (2003-2010) condenado a ocho años y 10 meses de prisión en la Operación Lava Jato. “Quisieron encarcelar una idea y las ideas no se encierran”, subrayó.
Lula también acusó al fiscal Deltan Dallagnol, al ex juez Moro, que lo condenó y lo inhabilitó como candidato a la presidencial de 2018 y hoy es ministro de Justicia de Bolsonaro, de ser el “lado podrido” del Estado. “Criminalizaron al Partido de los Trabajadores (PT), criminalizaron a Lula”, remarcó.
Y dio también un recado político posicionándose en la trinchera de la oposición al ultraderechista Bolsonaro, colocándose como líder de la oposición a un Gobierno que no para de perder popularidad según las encuestas. “Las puertas de Brasil estarán abiertas que que pueda recorrer el país”, aseguró. Acompañado por su novia, la socióloga Rosángela Silva, algunos de sus hijos y nietos y la plana mayor del PT y de partidos aliados, además del ex candidato presidencial Fernando Haddad, Lula se encargó de denunciar la prisión política, pero también posicionarse contra el plan económico de Bolsonaro. “Le han robado la elección a Haddad”, denunció y afirmó que “el pueblo pasa más hambre, está desempleado, no tiene más trabajo fijo, trabaja en Uber, entrega pizzas en bicicleta, trabaja sin que le tengan respeto”. Asimismo, ante una multitud y decenas de medios de comunicación de Brasil y el mundo, Lula apuntó contra el plan “ultraliberal a la chilena” del asesor económico presidencial Paulo Guedes por “congelar el salario mínimo durante dos años” y pidió que Bolsonaro “deje de mentir por Twitter y le hable de frente al pueblo”. La jornada de salida del carismático ex presidente mantuvo a Brasil en vilo. El líder popular que dejó el gobierno con 90% de aprobación y en 2016 fue acusado de comandar la mayor red de corrupción de la historia brasileña con la estatal Petrobras dejó el edificio policial a las 17.40.
El juez de ejecución penal Danilo Pereira le otorgó la libertad pasadas las 16 y Lula tuvo tiempo para hacer las valijas y saludar uno a uno a sus carceleros y policías federales que lo custodiaban.
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