El presidente norteamericano Donald Trump escaló ayer imprevistamente la guerra comercial con China con una nueva ofensiva de aranceles. Anunció que impondrá tarifas de 10% sobre los productos que hasta ahora se había librado de estas sanciones.
Será desde el 1º de setiembre y cubrirá por un total de 300 mil millones de dólares.
De este modo, la totalidad de las ventas del gigante asiático a la potencia norteamericana estarán penalizadas. Trump dijo que espera “continuar” las conversaciones comerciales con China.
La medida se produce, además, en medio de una oleada de críticas de industriales y cámaras de consumidores en Estados Unidos que denuncian que los costos de las tarifas las pagan los norteamericanos de sus bolsillos. El Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial de Comercio han venido alertado que estas guerras que Trump sostiene contra Beijing y también contra Europa están frenando el crecimiento de la economía mundial. Al tiempo que también dañarán la economía norteamericana.
La situación global y su efecto en la economía local es una de las razones que ha citado la Reserva Federal este miércoles para disponer por primera vez en once años una baja de la tasa de interés. China le vende a EE. UU. por poco más de 540 mil millones de dólares anuales y le compra por alrededor de 120 mil millones. Gran parte de la producción del gigante asiático no es fácil de relevar en otros mercados. Esa es una de las quejas del empresariado norteamericano que traspasa los costos a los consumidores.
El mandatario va por la reelección en noviembre del año entrante y este tipo de batallas es parte de su narrativa de campaña.
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