El papa Francisco pidió, en su sexta misa navideña como pontífice, "no resbalar en los barrancos de la mundanidad y el consumismo", al tiempo que lamentó la "paradoja" que se da durante las fiestas "cuando unos pocos banquetean espléndidamente y muchos no tienen pan para vivir".
"Se debe superar la cima del egoísmo, es necesario no resbalar en los barrancos de la mundanidad y del consumismo", reclamó Jorge Bergoglio durante la homilía pronunciada en la Basílica de San Pedro, ayer apenas pasadas las 22 de Roma (18 de Argentina).
"Esta noche, también nosotros subimos a Belén para descubrir el misterio de la Navidad", planteó el pontífice al iniciar la homilía de la misa que concelebró junto a 40 de los principales cardenales de la Curia.
La celebración había comenzado casi una hora antes, con el tradicional canto en latín de la "Kalenda", y la figura del pontífice argentino junto a niños de China, Japón, República Democrática del Congo, Rumania y de Panamá, a donde viajará del 23 al 27 de enero próximos.
"En esta casa el Señor convoca hoy a la humanidad. Él sabe que necesitamos alimentarnos para vivir. Pero sabe también que los alimentos del mundo no sacian el corazón", siguió Bergoglio,
"El hombre se convierte en ávido y voraz. Parece que el tener, el acumular cosas es para muchos el sentido de la vida", agregó con tono crítico.
"Una insaciable codicia atraviesa la historia humana, hasta las paradojas de hoy, cuando unos pocos banquetean espléndidamente y muchos no tienen pan para vivir", lamentó el Papa.
Miles de fieles siguieron la celebración dentro de la Basílica y en la Plaza San Pedro, donde pudieron admirar el nuevo sistema de iluminación que el Vaticano estrenó esta noche con 100.000 lámparas LED, y con el que espera ahorrar hasta un 90% de energía.
En ese marco, Francisco convocó a "romper la espiral de la avidez y la codicia", antes de visitar el pesebre armado en medio de Plaza San Pedro, levantado este año en base a una estructura de 20 toneladas de arena.
"Ante el pesebre, comprendemos que lo que alimenta la vida no son los bienes, sino el amor; no es la voracidad, sino la caridad; no es la abundancia ostentosa, sino la sencillez que se ha de preservar", planteó en esa dirección.
Mientras Bergoglio celebraba la ceremonia, la televisión italiana transmitió el tradicional concierto de Navidad del Vaticano, grabado días atrás, que este año repartió sus beneficios a las actividades de los salesianos en África y al trabajo que la fundación Scholas Occurrentes hace en Irak con la educación de los refugiados.
"¿Necesito verdaderamente tantas cosas, tantas recetas complicadas para vivir? ¿Soy capaz de prescindir de tantos complementos superfluos, para elegir una vida más sencilla?", se preguntó luego Bergoglio.
En ese marco, y para finalizar la ceremonia que inaugura una semana de celebraciones en el Vaticano, Francisco sentenció que "el camino, también hoy, es en subida: se debe superar la cima del egoísmo, es necesario no resbalar en los barrancos de la mundanidad y del consumismo".
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