Más de una decena de cuerpos fueron hallados ayer en una zona de California arrasada por lo que ya es el incendio más mortífero de la historia de ese estado, en una serie de focos que dejó al menos 44 muertos y 230 desaparecidos.
Las autoridades locales informaron del hallazgo de 13 cadáveres en el condado norteño Butte: diez de ellos en la ciudad de Paradise, de 26.000 habitantes y devorada por las llamas, y otros tres en la vecina localidad de Concow, reportó la agencia de noticias EFE.
Hasta ahora, 42 personas fallecieron en el incendio bautizado como Camp Fire, que pasó a convertirse en el más letal de la historia de California -por encima del de Griffith Park de 1933 en Los Angeles, donde murieron 29 personas- y dos más en otro foco en Malibú.
“Quiero recuperar tantos restos como sea posible, tan pronto como podamos, porque sé la carga que significa para sus seres queridos”, dijo a los medios el sheriff de Butte, Kory Honea.
El alguacil advirtió que la cantidad de muertos podría elevarse considerablemente en los próximos días, ya que alrededor de 230 personas permanecían aún desaparecidas.
Más de una docena de equipos de búsqueda y rescate rastrillaban lo que quedaba de la consumida Paradise, mientras familiares registraban refugios, hospitales y comisarías en busca de sus seres queridos. Entre ellos, Teresa Morniz, una residente que sumó el nombre de su marido a la lista.
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