Las perspectivas de los "mercados emergentes" pasaron esta semana de "Guatemala a guatepeor" a partir de la señal de la Reserva Federal estadounidense de realizar cuatro y no tres subas de tasas de interés este año.
La historia es conocida: el impacto de este "viento de frente" para las economías de los países del Sur no es igual para todos y en ese contexto, la Argentina, que apostó a una apertura irrestricta en el marco de su "regreso al mundo" resultó, por muy lejos, la más chamuscada.
Las escenas de los últimos días no fueron buenas y también afectaron a países en desarrollo que muestran cuentas públicas sólidas.
Así, el Bath tailandés se dirigía en las últimas horas hacia su mayor devaluación en una década a pesar de tratarse de un país con un fuerte nivel de crecimiento y un considerable superávit de cuenta corriente.
La agencia internacional Bloomberg razonaba a partir de este episodio que "países con sólidos números como Tailandia no están inmunes" a las caídas de monedas y papeles -bonos y acciones- de países en desarrollo en otros puntos del planeta.
Es que los episodios de alerta se van sumando: la situación de la Argentina es un elemento que ya está en el radar de todos los inversores internacionales -no por la situación puntual del país en sí, sino por la posibilidad de que una crisis con epicentro en Buenos Aires repercuta en otros países-.
A eso se añadió la mala señal de la Reserva Federal, pero también una economía europea que no aparece en su mejor forma y las crecientes tensiones comerciales entre China y Estados Unidos.
La decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, de aprobar aranceles sobre productos del gigante asiático por unos 50 mil millones de dólares hizo caer los papeles chinos y, según el diario británico Financial Times, amenaza con generar un nuevo panorama global.
"Hasta hace poco, la economía china era una cosa por la que un mundo turbulento no tenía que preocuparse. Un sólido crecimiento del PBI del 6,8 por ciento en el primer trimestre del año hacía de la segunda economía del mundo un baluarte contra la tempestad de los mercados emergentes, una eurozona que se ralentiza y las crecientes tasas de interés norteamericanas. Pero el rol de China como pilar corre el riesgo de estar ante creciente tensión", subrayó el matutino londinense.
Así, el crecimiento chino comenzó a desinflarse: la inversión, el gasto de los consumidores y el crecimiento de las exportaciones muestran llegando a mitad de año peores perspectivas que en el verano.
"En algunos aspectos, la capacidad de resistencia china se asienta sobre el filo de un cuchillo. Incluso un shock moderado podría hacer pasar el superávit de cuenta corriente a déficit este año por primera vez desde 1993, creando una potencial turbulencia" para la moneda asiática, alertó también el diario.
En este contexto, el influyente Council on Foreign Relations (CFR) listó en un informe los factores que aumentan la vulnerabilidad de un país en desarrollo en el actual contexto:
- Déficit de cuenta corriente.
- Un algo nivel de endeudamiento en dólares (ya sea en el sector público o privado).
- Reservas internacionales limitadas.
- Déficit en el sector energético (importaciones netas de petróleo).
- Exposición relativamente baja al comercio con Estados Unidos, dejando poco espacio para ganar de parte de una demanda creciente de los consumidores norteamericanos.
- Dudas sobre la capacidad de lograr objetivos de metas de inflación y por lo tanto sobre la credibilidad de sus marcos de política monetaria.
De más está decir que el punteo del economista Brad W. Setser para el CFR parece describir la situación de una economía como la argentina, que todo hace pensar que deberá disponerse a enfrentar un "viento de frente" aún más fuerte.
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