El presidente estadounidense, que arrastra un largo historial de acusaciones de acoso sexual y de comentarios misóginos, defendió a Porter y cuestionó implícitamente el movimiento #MeToo (Yo También), que en los últimos meses ha rebajado el umbral de la tolerancia en Estados Unidos y se ha llevado por delante a un reguero de personalidades denunciadas por abusos. “Hizo un muy buen trabajo cuando estuvo en la Casa Blanca. Esperamos que tenga una carrera brillante y tiene una gran carrera por delante”, dijo el viernes sobre Porter, en sus primeros comentarios del escándalo. El presidente elogió a su ex secretario de personal, calificó de “muy tristes” y “sorprendentes” las acusaciones y urgió a “recordar” que su ex asesor ha afirmado con “mucha rotundidad que es inocente”. No hubo ningún reconocimiento a la valentía de las dos ex esposas de plantar cara a un hombre poderoso -explicaron su caso a la prensa y aportaron pruebas- ni palabras contra la lacra de la violencia machista. Nada. Incluso John Kelly, el jefe de gabinete de Trump, ha rectificado. Tras calificar el martes, al aflorar las acusaciones, a Porter de un “hombre de integridad verdadera”; el miércoles subrayó que “no hay lugar” en una sociedad para los maltratos a las mujeres.
TRAS LA CAÍDA DE ROB PORTER
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