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LA HAYA

Investigan cómo llegó el veneno al tribunal

El hecho de que el ex militar bosniocroata pudiera suicidarse en pleno juicio con un veneno que él mismo llevaba pone en entredicho la efectividad del procedimiento de seguridad del Tribunal. Incluso podría llevar a plantear la duda de qué habría pasado si, en vez de querer acabar con su vida, su objetivo hubiera sido una tercera persona.
La fiscalía general de Holanda confirmó ayer que se habían encontrado rastros de un veneno, luego de que el criminal de guerra croata Slobodan Praljak se suicidara el miércoles bebiendo un líquido en la sala del Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia (Tpiy), en La Haya.
Minutos después de que el tribunal confirmara su condena a 20 años de cárcel por crímenes de guerra, Praljak gritó, delante de las cámaras, que no era un criminal y bebió un líquido de un pequeño frasco que tenía en la mano. Murió pocas horas después en un hospital de La Haya.
Un portavoz de la fiscalía holandesa dijo que se habían hallado rastros de “una sustancia química que puede ser mortal para el ser humano”, aunque no precisó de qué sustancia se trata. El portavoz anunció que en breve se hará una autopsia al cadáver de Praljak, de 72 años, y se someterán sus restos a un análisis toxicológico.
Según la fiscalía, las investigaciones se centran en saber si Praljak contaba con la ayuda de otras personas para su suicidio. Hasta el momento se ignora cómo llegó el veneno a manos del acusado y cómo el ex militar había logrado introducirlo en la sala de audiencia.
Un abogado que ha accedido en numerosas ocasiones al Tribunal de La Haya explicó a la agencia The Associated Press que entrar con veneno a la Corte es “fácil”, puesto que las medidas de seguridad empleadas son similares a las de un aeropuerto. Por su parte, la abogada serbia Toma Fila asegura que los agentes de seguridad se encargan de inspeccionar los objetos de metal y confiscar los teléfonos móviles, pero las “píldoras y cantidades pequeñas de líquidos” pasan desapercibidas.

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