La reforma laboral de Brasil, que reformula el régimen vigente desde 1943, entró en vigor en medio de un desempleo que afecta a 13 millones de personas y una ola de protestas por parte de los sindicatos, que reclamaron en las calles la renuncia del presidente Michel Temer y la derogación de la nueva normativa.
Los cambios en la ley que hace siete décadas catapultó al entonces presidente Getulio Vargas como el “pai dos pobres” (padre de los pobres) y modificarán la relación laboral del país, fueron votados este año con la mayoría oficialista que respalda al gobierno de Temer, que, además, promete una reforma previsional antes de dejar el cargo el año que viene.
Plebiscito
La oposición ha lanzado una campaña para revocar mediante un plebiscito -en caso de ganar el gobierno en octubre de 2018- la reforma laboral y otras que ha aprobado el gobierno de Temer, como fijar el techo del gasto público por 20 años.
Los tres precandidatos presidenciales para 2018 de la izquierda o centroizquierda, Luiz Inácio Lula da Silva (Partido de los Trabajadores), Ciro Gomes (Partido Democrático Laborista) y Manuela Dávila (Partido Comunista del Brasil) dijeron que si llegan al poder derogarán la reforma.
Los cambios
Entre los principales cambios se encuentra el concepto de que lo acordado prevalece sobre lo legislado: el acuerdo entre patrón y empleado no pasará por los sindicatos y no podrá ser objetado en la justicia laboral.
Otra modificación es la posibilidad de ampliar la jornada laboral diaria (cumpliendo las 44 horas semanales) sin el pago de horas extras, la creación del trabajo interminente, en el cual se le paga al empleado en blanco apenas por las horas trabajadas. Pero uno de los cambios más resistidos es la ampliación de la jornada laboral.
Protestas y justificaciones
Miles de personas se movilizaron en una jornada de paralización convocada por ocho centrales sindicales, aunque el impacto de estas manifestaciones fue nítidamente menor que el paro nacional del 28 de abril, el más importante de la historia del país, pero que no torció voluntades ni en la Cámara de Diputados ni en el Senado.
Temer expresó su optimismo sobre la creación de puestos de trabajo con la nueva legislación. “De aquí en adelante la economía va a seguir creciendo y vamos a recoger los frutos de la nueva ley laboral. La nueva ley no le va a quitar los derechos a nadie”, aseguró el presidente, durante una entrevista divulgada por la cadena oficial de radio Voz de Brasil.
La reforma fue respaldada por la Federación Brasileña de Bancos (Febraban) y las patronales industriales, como la paulista FIesp y la Confederación Nacional de la Industria.
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