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Simpatizantes de la Revolución Rusa, colocaron ayer flores ante la tumba de Lenín.
POR TEMOR A PROVOCAR DIVISIONES EN LA SOCIEDAD

A cien años de la Revolución rusa, el Kremlin elige la cautela y descarta festejos oficiales

Hoy, sólo los comunistas celebrarán el centenario de uno de los acontecimientos que cambió el curso de la historia contemporánea

Rusia se dispone a “no” celebrar hoy el centenario de la Revolución Bolchevique de 1917, una efemérides que ha sido conscientemente relegada por el Kremlin y que sólo los comunistas tienen previsto conmemorar.
Sin festejos oficiales, el centésimo aniversario de uno de los acontecimientos que cambió el curso de la historia contemporánea pasará prácticamente sin pena ni gloria, excepto por algunos eventos de carácter cultural o académico que lo han precedido.
El presidente ruso, Vladimir Putin, ha sido ambiguo en sus juicios sobre la Revolución que acabó con el régimen zarista e instauró el comunismo, hasta el punto de preguntarse: “¿acaso no era posible progresar no por medio de una revolución, sino a través de una evolución?”
Y por temor a provocar nuevas divisiones entre los rusos -en una sociedad donde conviven comunistas nostálgicos de la URSS y una explosión de religiosidad unida en ocasiones a un resurgimiento del espíritu monárquico- el Kremlin ha decidido pasar en puntas de pie por todo lo que signifique revolución.
Quizás por eso, este 7 de noviembre viene precedido por un fin de semana “caliente” en el que la policía rusa arrestó en Moscú a cerca de 400 personas que, convocadas por un oscuro movimiento radical y nacionalista, pretendía lanzar una revolución.
Los detenidos se habían congregado en pleno centro de la ciudad, frente a la Plaza Roja, siguiendo los llamamientos de un bloguero residente en Francia, Viacheslav Máltsev, para hacer una “revolución popular” hasta lograr la dimisión del presidente.
Según las fuerzas de seguridad, varios de los detenidos tenían en su poder cuchillos, puños americanos (o puños de acero) y pistolas que disparan balas de goma.
Durante la época soviética, el 7 de noviembre era un día festivo y una de las mayores fiestas nacionales, pero esto cambió en la Rusia moderna, en la que la fecha se convirtió en día laborable y se instauró, a cambio, el Día de la Unidad Nacional el 4 de noviembre.

MARCHA COMUNISTA EN MOSCÚ

Sólo los comunistas rusos han convocado para hoy a una gran manifestación en Moscú, a la que acudirán miembros de partidos comunistas de todo el mundo que el último fin de semana ya rindieron homenaje al líder de la revolución, Vladimir Lenin, en el mausoleo donde se expone su cadáver embalsamado.
“Los miembros de las delegaciones que llegaron a Moscú para los actos por el centenario de la Revolución de Octubre (según el calendario juliano, que tiene 13 días de diferencia con el gregoriano) participarán en el desfile en la Plaza Roja”, dijo ayer el líder del Partido Comunista de Rusia, Guennadi Ziugánov.
“Les hemos comprado especialmente abrigos para que aquellos que vienen de países cálidos y quieren participar puedan hacerlo a pesar del frío”, añadió, al intervenir en una conferencia internacional de las fuerzas de izquierda en la que hay delegados de 85 países.
El líder comunista se refería a la recreación que, precisamente cada 7 de noviembre, tiene lugar en la Plaza Roja de la histórica parada militar de 1941, en la que cerca de 30.000 soldados soviéticos desfilaron antes de que muchos de ellos marcharan directamente hacia el frente.
Aquel desfile tuvo lugar cuando las tropas nazis se hallaban a pocas decenas de kilómetros de Moscú y, según muchos historiadores, fue crucial para la defensa de la capital ya que elevó la moral del Ejército soviético.

CONCIERTO Y MITIN

Ziugánov agregó que, tras presenciar el desfile oficial, los comunistas participarán en una gran marcha que irá desde la Plaza Pushkin hasta la de la Revolución, donde habrá un concierto y un mitin.
Paradójicamente, y a causa del desfile militar, estará cerrado al público el mausoleo donde se encuentra la momia de Lenin, en la misma Plaza Roja.
Los comunistas se oponen frontalmente a la posibilidad de que el cadáver de Lenin sea retirado del mausoleo de mármol donde se expone, en medio de crecientes llamamientos para que se le dé sepultura.

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