Protesta y represión
Autoridades brasileñas trabajaban para despejar los restos de autobuses incendiados, barricadas y basura que fue arrojada en calles durante la huelga general que desató violentos choques entre manifestantes y la policía.
En Rio de Janeiro, operarios municipales retiraban los esqueletos calcinados de los ocho autobuses que fueron quemados y quitaban vidrios y destrozos de material urbano que quedaron regados por las calles.
Las manifestaciones en rechazo a una reforma que busca extender la edad mínima para jubilarse y flexibilizar los contratos de trabajo tuvieron su punto culminante durante el atardecer y la noche del viernes.
En Sao Paulo, miles de personas marcharon hacia la residencia del presidente conservador Michel Temer y fueron reprimidos con gases y granadas de estruendo al intentar superar el cordón policial que protegía la zona.