El papa Francisco realizó ayer el tradicional ritual del lavado de los pies en una cárcel en las afueras de Roma, donde repitió el gesto servicial de Jesucristo en la Última Cena con 12 internos del penal, entre ellos un argentino, e instó a los sacerdotes a “encarnar” el Evangelio. El pontífice presidió este Jueves Santo la misa crismal en la Basílica de San Pedro y luego acudió a la cárcel de Paliano, en la localidad romana de Frosinone, donde celebró la eucaristía de la Cena del Señor y realizó el lavado de pies.
Allí, antes de la comunión, el Papa se arrodilló a lavar, enjuagar y besar los pies de cada uno de los 12 presos en esa cárcel romana: tres mujeres, un argentino, un albanés, seis italianos y un musulmán que próximamente será bautizado. El pontífice pidió a los reclusos que hagan “una ayuda, un servicio” a sus compañeros de la cárcel, al asegurar que “eso es amor, es como lavar los pies. Ser siervo de otros”.
En una entrevista publicada en el diario italiano La Repubblica, Francisco expresó que estas visitas a las cárceles son para manifestar que la Iglesia debe estar cerca de “los marginados, los descartados”. “Cuando voy a visitar a los detenidos, sé que muchos piensan que son gente culpable. Pero todos somos pecadores. Quien no tenga culpa que arroje la primera piedra”, sostuvo. En la misa de ayer, Francisco renovó las promesas de los sacerdotes y bendijo los óleos que se utilizan para los sacramentos. “Que nadie intente separar estas tres gracias del Evangelio: su verdad, no negociable, su misericordia, incondicional con todos los pecadores y su alegría, íntima e inclusiva”, expresó.
FRANCISCO, DURANTE EL RITUAL DEL LAVADO DE PIES
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