Padres gamers: cuándo una práctica puede volverse una seria adicción
EL EFECTO DE LOS VIDEOJUEGOS EN LAS PERSONAS MAYORES

Padres gamers: cuándo una práctica puede volverse una seria adicción

Se considera que más de 164 millones de adultos juegan videojuegos en el mundo durante más de dos horas diarias. Cuando se cruza el límite de lo recomendado y sus consecuencias .

Muchas personas adultas que hoy promedian entre los 30 y los 40 años, también ya padres de hijos pequeños, crecieron con consolas de videojuegos en sus hogares para desarrollar una práctica que siguen hasta hoy en día. Muchos de ellos, inclusive, lo hacen con una destreza tal que los lleva a competir “on line” con otros jugadores de cualquier parte del mundo.

Para tener una idea del fenómeno, los datos de la “Entertainment Software Association”, una entidad comercial de la industria de los videojuegos, estimó que unos 164 millones de adultos juegan videojuegos, y que en al menos tres cuartas partes de los hogares tienen al menos un jugador que los practica. La misma entidad estimó también que, entre los padres de jugadores, el 57 por ciento juega videojuegos con sus hijos al menos una vez a la semana, y que es probable que también muchos de ellos lo hagan solos.

Fenómeno mundial

Como se ve, el de los videojuegos es un fenómeno que se da en todo el mundo, un entretenimiento que ha ganado una impresionante cantidad de adeptos. El tema, es cuanto tiempo se les dedica, si eso puede generar una adicción, y si esa adicción puede afectar también a los hijos, por lo que muchos profesionales y entidades han comenzado a estudiar el fenómeno.

Por empezar, la Organización Mundial de la Salud incluyó al “trastorno del juego” como un síndrome clínicamente reconocible y significativo en su Clasificación Internacional de Enfermedades, describiendo que “el trastorno del juego puede ocurrir tanto con juegos en línea como fuera de línea, e incluye síntomas como angustia marcada o incapacidad para funcionar en una variedad de situaciones, tanto personales como profesionales”.

Los límites

La pregunta, en este caso, sería a partir de cuando una práctica lúdica como un simple videojuego puede convertirse en una adicción.

Douglas Gentile, profesor de psicología del desarrollo, quien estudia los efectos de los juegos en niños y adultos, señala que el comportamiento patológico del juego se define a partir de renunciar al tiempo en familia, el trabajo o los compromisos sociales para jugar. “Por lo general – afirma - no se definirá a algo como una adicción, hasta que afecte a más de un área de la vida de una persona, o cuando alguien quiera reducir su actividad de jugar, por ejemplo, pero no pueda”.

Sobre el caso específico de los videojuegos, en tanto, el doctor Gentile sostiene que estos también juegan un papel importante en el fomento de la depresión y la ansiedad, “por lo que es probable que la próxima generación de jugadores infantiles, y eventualmente también los padres jugadores, puedan llegar a tener muy poca madurez emocional, porque los videojuegos les han enseñado que las emociones difíciles pueden ser abordadas o controladas por una fuente externa -el videojuego- y no internamente -sus emociones- ya que el jugador está cambiando su estimulación externa para alejarse de esa emoción”.

Sin embargo, si bien no se conocen cifras ni hay evidencia sólida sobre cuántos jugadores son padres que juegan solos, o si juegan mientras también cuidan a un niño pequeño, muchos refieren que los videojuegos posibilitan una forma de hacer nuevos amigos, de sentir que están logrando algo y tal vez de ganar algo de dinero. También, que ante el nacimiento de un niño y las obligaciones que conlleva, los juegos pueden constituir un espacio donde encontrar un respiro.

Sobre esto, algunos profesionales refieren que una sesión de videojuegos, cuya duración puede variar, puede liberar cantidades de dopamina, una sustancia química del cerebro, suficientes para sentirse bien, ya que los juegos reducen el estrés. El problema, sería cuánto tiempo se le dedica a eso.

“Aliviar el estrés”

“No hay nada intrínsecamente malo en jugar un videojuego para aliviar el estrés de vez en cuando -señala por caso el también psicólogo Christian Ferguson- sino que el problema se presenta cuando se vuelve demasiado difícil dejar de jugar, incluso cuando afecta a otras partes de la vida, ya que los hábitos patológicos de juego también pueden ser signos de otros problemas como ansiedad o depresión, e inclusive potenciarlos. Algunos estudios, por ejemplo, encontraron que en los comportamientos de juego que han alcanzado el nivel de adicción, padres deprimidos que tienen síntomas patológicos del juego también se sienten menos competentes como padres y más estresados”.

Un problema de salud

Tanto el doctor Gentile como Ferguson, coinciden en que no hay recomendaciones estrictas sobre cuánto tiempo deben jugar los padres con un hábito diario de juego, porque las personas son muy diferentes, pero que un límite podría ser tener cuidado de pasar mucho más de dos horas de tiempo frente a la pantalla como entretenimiento diario.

Las excusas

“El problema comienza cuando aparecen las excusas -señala Gentile- como cuando un padre señala que está bien porque su hijo está jugando con él, aunque su hijo de 3 años en realidad no esté jugando, porque no se puede simplemente entregar el control a un chico de 3 años y decir que está jugando. En definitiva, jugar videojuegos durante unas horas al día puede ser una forma de relajarse, pero a menudo hay salidas más saludables para los padres que buscan aliviar el estrés, como por ejemplo hacer ejercicio, comer sano y dormir lo suficiente. Eso puede ayudar en gran medida a combatir la tensión y la ansiedad. Por el contrario, si un padre no puede apagar la consola cuando su pareja o su hijo lo necesita, es necesario buscar la ayuda de un profesional médico, particularmente uno que tenga experiencia en el manejo de trastornos del control de impulsos”.

Cabe destacar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció en 2018 que la adicción a los videojuegos es un desorden de salud mental, al incluir a esta problemática en la Clasificación Internacional de Enfermedades, aunque la propia entidad especificó que el hecho de jugar a un videojuego no es nocivo por si mismo, al igual que tampoco lo es ingerir alcohol, algo que hace regularmente el 40 por ciento de la población mundial, sino que el problema existe cuando el consumo es abusivo y cambia el comportamiento de la persona que lo ejerce.

Signos de alerta

“Si el niño, adolescente o adulto que juega lo hace sin parar y deja de hacer actividades, se aísla, no duerme y solo quiere jugar -señalaron los especialistas de la OMS- eso son signos de alerta de que podría tener un comportamiento adictivo y que tiene que buscar ayuda. Y si además hay incentivos como dinero cuando se juega con otras personas, eso incrementa el comportamiento adictivo y, por lo tanto, el desorden”.

Entre los síntomas que definen a este comportamiento, la OMS enumera la incapacidad de la persona de controlar la frecuencia, duración e intensidad de las sesiones de juego, así como el deseo de seguir jugando a pesar de las consecuencias negativas.

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