ENCUESTA DE LA SEMANA

El 54,4 por ciento de los juninenses afirma que lee más de un libro por año

De hecho, ante la pregunta: “¿Lee más de un libro por año?”, el 54,4 por ciento contestó que “sí”, mientras que el 45,6 por ciento restante respondió que “no”. En total, participaron del sondeo virtual 90 lectores. En la era de la dispersión, reconocidos escritores coincidieron en que el placer de la lectura está más vivo que nunca, aun en tiempos de hiperconexión por el influjo de internet y los celulares.

La mayoría de los votantes en la encuesta semanal de Democracia, que se publica en el sitio de Internet www.diariodemocracia.com y en el perfil del diario en la red social Twitter (x), afirmó que lee más de un libro por año. 

De hecho, ante la pregunta: “¿Lee más de un libro por año?”, el 54,4% contestó que “sí”, mientras que el 45,6 por ciento respondió que “no”. En total, participaron del sondeo virtual 90 lectores. 

Leer en tiempos de dispersión

A pesar de la dispersión extrema que plantea un mundo de hiperconexión, la supremacía de la cultura audiovisual y el aumento sostenido en el precio de los libros, el placer de la lectura parece lejos de extinguirse. De hecho, distintos escritores invocan su relación con la lectura y coinciden desde distintas perspectivas en que "la cuestión no es leer mucho o poco, si no leer bien".

En estas dos décadas del siglo XXI se instaló en la sociedad que frente a la conexión con el mundo virtual, al ruido que provocan las nuevas tecnologías, el lector no puede conectarse con el libro. Sin embargo, para Martín Kohan, reconocido por obras como "Dos veces junio" y "Ciencias morales", con el primer lector debe haber nacido la primera distracción. "No hay manera de que eso no ocurra -dice el escritor-. La pulseada entre concentración y distracción la libramos todos, desde siempre".

Este año, durante una charla que ofreció en la Feria del Libro en Rosario, Kohan sostuvo sin querer incurrir en quejas apocalípticas que "siempre debe haber existido ante una nueva tecnología, una distracción, y la preocupación de vivirla como una amenaza para la lectura. Ahora es la lucha de la lectura contra el teléfono, que es la computadora que se lleva en la mano".

Kohan explicó durante su charla en Rosario que cuando él era chico también se decía que "antes era mejor, ahora con la televisión los chicos no leen". Al autor de "Cuentas pendientes" y "Me acuerdo" le parece que hay algo tramposo en apuntar que el problema de la lectura se concentra en la franja de los niños o de los adolescentes: "Esto es una coartada de adultos no lectores, que son casi todos. La coartada del adulto que no lee es presentar el problema como un tema de niños y de jóvenes que no leen (…), pero no es así, leen mucho y motorizan fuertemente la dinámica editorial", como ocurre con los libros de Harry Potter, de J.K. Rowling.

Kohan sostiene que la humanidad ya tuvo el problema de la concentración en la lectura cuando un dinosaurio rugió y los distrajo. Pero, dicho esto, aclara que los estímulos de distracción se han multiplicado: "El lector construye la escena de un desconectarse (se conecta con lo que lee y se desconecta del entorno) y si algo caracteriza a esta época, tecnología mediante, es que nunca estamos desconectados y en muchos casos ni para dormir. Todo el tiempo conectado con el entorno. Entonces, ahí sí ese ejercicio de desconexión que el lector necesita para conectar con la lectura parece estar especialmente amenazado", asegura.

Por su parte, Edgardo Scott acaba de publicar "Escritor profesional" -además de reeditar su novela "El exceso"-, donde plantea algunas reflexiones en torno al oficio de escribir.

Para él existen dos tipos de lectores que seguramente se entrelazan de una manera que, asegura, no termina de distinguir bien. Para el escritor que vive en Francia, "por un lado, están los lectores, los otros, ahí afuera, en el mundo -y si uno escribe tiene la suerte de saber de ellos: mandan postales o injurias, mandan noticias y llamados, son agradecidos y demandantes-; pero, por otro lado, hay un lector en uno, que solo descansa apenas cuando escribimos", asegura.

Scott se concentra en ese lector interno. El autor de los libros de cuentos "Los refugios" y "Cassette virgen" asegura que no cree que se escriba una lectura: "Siempre se escribe algo después o algo antes de la lectura, algo a destiempo y desplazado. Uno escribe y enseguida ese lector nos sugiere algo, nos interrumpe, nos alienta o disuade. Pero yo creo que ese lector está hecho de todos los otros. Leemos porque nos han leído, siempre es así", explica.

Desde otra mirada, Ana María Shua, cuya escritura ha dado vida a novelas, cuentos y microrrelatos, opina que "leer expande la mente, nos permite viajar de la manera más extraña; no se trata de recorrer el mundo, sino de entrar en la mente de otro ser humano para ver el mundo desde sus ojos: una forma de transmigración. No hay manera de encerrar a alguien que disfruta de los libros, si tiene la posibilidad de leer". Según la autora de "Los amores de Laurita" e "Hija", esa conexión entre el mundo del lector y el escritor está a salvo.

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