None
Distintos gremios realizaron una marcha de protesta contra la política económica del gobierno que encabeza Mauricio Macri.
LA COLUMNA DE LA SEMANA

A quemar los últimos cartuchos

Para los ciudadanos con espíritu republicano y democrático, para sus asociaciones, llámense partidos políticos, sindicatos, entidades, alcanzar el poder es una puja que se dirime mediante un sistema electoral legal. 
Gobierna, entonces, quien triunfa en las elecciones y lo hace con el acatamiento de los límites que le imponen las leyes.
Pero para quienes no adhieren a dicho pensamiento –republicano y democrático- solo vale el poder en sí mismo y de poco importa la forma en que se lo alcance, mucho menos la legalidad con la que se lo ejerza.
No son pocos los autoritarismos en el mundo que llegaron al poder por la vía electoral, para luego desvirtuarla al máximo posible, incluso hasta hacerla desaparecer por completo.
Nadie debe olvidar que si bien el franquismo español y el comunismo soviético alcanzaron el poder por la vía violenta, el fascismo italiano y el nazismo alemán utilizaron la vía electoral a la que luego guardaron bajo siete llaves.
Para estos grupos y sus seguidores dispersos por todo el mundo, la política puede dirimirse en las urnas, pero sobre todo se define en las calles y, cuando resulta conveniente, incluye la acción directa.
Lo anticipamos hace tres semanas en estas mismas columnas: un triunfo por escaso margen, en las PASO, para Cristina Kirchner, representaba –y representa-, casi necesariamente, una derrota nítida en las generales de octubre próximo.
Sencillamente porque la brecha, o la polarización, se profundiza y no deja margen para el voto a favor de otras opciones. Y porque, en ese caso, el techo de Cristina Kirchner no difiere del obtenido en las PASO, mientras que el del oficialista Cambiemos bien puede crecer varios puntos.
Ergo, a los ojos de los K, solo un triunfo nítido en la provincia de Buenos Aires devolvía con oropeles y cotillón a la jefa de ellos a la lucha por el poder. En ese caso sí la opción democrática electoral se convertía en válida y respetable.
Pero, todo indica que la realidad es esquiva a dicha conclusión. 
Quedan pues dos opciones para ese conglomerado otrora victorioso que dejó al país en ruinas a golpes de corrupción, populismo y mal gobierno.
La una, es aceptar sin más, ni menos, el resultado electoral. En ese caso, el sueño de un retorno al poder, del “volveremos, volveremos”, queda enterrado para siempre.
Cristina Kirchner será senadora, en representación de la minoría bonaerense, pero quedará casi sola, frente a un peronismo federal –los gobernadores- que ya no quieren ni hablar de ella y frente a intendentes del conurbano bonaerense, muchos de los cuales harán cola para engrosar las filas del oficialismo.
La otra opción es “ganar la calle”. Imposibilitar al gobierno de gobernar. Hacer reinar el caos. Piquetes por aquí, marchas por allá, cortes por el otro lado, vandalismo, acción directa, amenazas de lucha armada. El todo, claro, subrepticiamente. Sin dar la cara. Sin hacerse responsable. Pero, sin condena, obvio.
Bajo distintas formas, la acción directa no es nueva y mucho menos ajena al peronismo. 
Adquirió diversas modalidades: plan de lucha cegetista contra el ejemplar gobierno de don Arturo Illía; guerrilla y terrorismo contra la propia legalidad democrática, con el pase a la clandestinidad en 1974 de Montoneros; los 14 paros generales del sindicalismo contra el gobierno de la recuperación democrática de Raúl Alfonsín; los sucesos que desembocaron en la renuncia de Fernando de la Rúa.

Hechos
¿Se trata de repetir la experiencia? ¿De generar el caos que volteó a De la Rúa? ¿O de buscar el muerto que liquidó la ambición presidencial electoral de Eduardo Duhalde?
Todo se torna sospechoso. 
Difícilmente se podrá vincular al RAM –Resistencia Ancestral Mapuche-, el grupo político-militar que no reconoce la legalidad del Estado argentino, con el kirchnerismo, al menos desde lo ideológico.
Pero pocas dudas caben acerca del “aprovechamiento” de la muy extraña “desaparición” de un artesano –Santiago Maldonado- tras la represión de la Gendarmería Nacional frente a un corte ilegal, por parte del RAM, de la Ruta Nacional 40.
Párrafo aparte, y sin abrir un juicio definitivo, los testimonios que pretenden inculpar a la Gendarmería por la desaparición de Maldonado, son de una inconsistencia propia de las mejores etapas del “relato” K.
Pues bien, más allá de dichas inconsistencias, para los K y la izquierda boba, lo de Maldonado es suficiente excusa –una más- para marchar, cortar calles y… generar violencia.
Los ataques con bombas incendiarias de La Plata y de Córdoba de la semana pasada conforman una muestra de ello. El todo firmado con pintadas de una ignota organización que firma con una A dentro de un círculo y da a entender que se trata del anarquismo que enfrenta al Estado.
El todo por demás sospechoso. Está claro que entre los K y la izquierda “boba”, nadie investiga ni se cerciora de nada cuando de enarbolar consignas se trata y, menos aún, si de despuntar el “vicio revolucionario” con alguna marcha o corte, por allí o por allá, resulta.
Son los “perejiles” de siempre, según el lenguaje habitual de la política, que sirven de claque, muchas veces gratuita y hasta bien intencionada, pero que resultan incapaces del menor atisbo de espíritu crítico ante las razones que los llevan a protagonizar movimientos en la vía pública.
Pero, un perejil no lleva bidones de nafta, ni aceite de motor, ni botellas y mechas, elementos indispensables para preparar bombas incendiarias, conocidas mundialmente como “cocteles molotov”.
Se trata de grupúsculos que se infiltran en las movilizaciones que integran los perejiles, pero que ordenan, generan o crean jefes políticos sin cuota de inocencia alguna. Una infiltración que no es “a pesar de”, sino que conlleva la planificación con dichos jefes políticos.
¿Qué quiénes son? Lo de la letra A dentro del círculo resulta, a todas luces, un camuflaje. Tapa a aquellos a quienes no les conviene que se conozca su verdadera identidad política.
Sin duda, su accionar violento de baja identidad busca generar condiciones de represión por parte de las fuerzas de seguridad. Una represión que, a la larga o a la corta, caerá sobre los “perejiles”. 
Una represión que debe generar algo más que la poco verosímil desaparición forzosa de Santiago Maldonado. Una represión que debe generar “un muerto” ¿Quebracho? No sabemos, pero cuenta con el “know how” necesario.

Consecuencias
Nadie recuerda pintadas con la letra A y el círculo a su alrededor, antes de la PASO reciente. 
Salvo un intento desestabilizador por parte de algún personal de la Gendarmería Nacional, la fuerza de seguridad hace rato que se enfrenta –con demasiado pie de plomo- contra la violencia del grupúsculo RAM, cuyos primeros atentados se remontan al 2013.
El relato cerró a partir del momento cuando la ex presidente Cristina Kirchner reclama, tweet mediante, la aparición de Maldonado.
Nada nuevo bajo el sol. De la inverosímil desaparición –con testigos que presentan, como de Maldonado, abrigos que no son de él hasta inconsistencias testimoniales ya no sobre su desaparición sino sobre su presencia en el lugar de los hechos, a las acusaciones de la Kirchner, un paso. Menos, un pasito.
Entonces: replanteo. 
Veamos: una organización minúscula y violenta mapuche que lucha contra los estados argentino y chileno, a la que prestan asistencia y abogados –Elizabeth Gómez Alcorta- la Tupac Amaru de la ultra K Milagro Sala más una aparición de violentos con atentados de baja intensidad que firman A y piden anarquía; más marchas del kirchnerismo y la izquierda boba; da, como mínimo, una fuerte sospecha de intentar una desestabilización.
Pero, sumemos.
En momentos en que la economía muestra incipientes, pero interesantes, signos de recuperación, los camioneros del clan Moyano, más algunos gremios que le son fieles, más la CTA en sus dos versiones, Yasky y Micheli, ambas identificadas ahora con el kirchnerismo, más dirigentes políticos propios del kirchnerismo, convocan y llevan a cabo una movilización a Plaza de Mayo.
Más allá del clásico pago a la marginalidad desocupada, de la concurrencia muy poco politizada y sumamente clientelar, lo cierto es que el acto no duró nada. 
O mejor dicho, duró menos que el tiempo que emplearon distintas facciones de barras bravas, disfrazadas de camioneros, en pelearse entre sí.
Otro episodio de violencia, totalmente artificial, cuyo sentido nadie ve y que no solo no reditúa, sino que resta. Salvo que…
Demasiados hechos de violencia a solo quince días de un resultado electoral de las PASO que anticipa el fin del kirchnerismo, en octubre próximo.

Tribunales
Con honrosas excepciones, todo el mundo sabe acerca de la volatilidad de la justicia argentina.
Es posible remontarse muy atrás para acumular antecedentes sobre su “adecuación” a las oscilaciones del poder. Con los militares en el poder y con las distintas variantes peronistas que se sucedieron, los tribunales mostraron un grado de dependencia casi sistemático.
Claro que nunca se vio nada parecido a la colonización del Poder Judicial como ocurrió durante el kirchnerismo.
Lógico, esa colonización perseguía como objetivo la impunidad para quienes ostentaron el “galardón” de gobierno más corrupto de la historia argentina.
Por imperio de las circunstancias, más aún por supervivencia, la colonización –repito que con honrosas excepciones- duró hasta el resultado electoral de las PASO.
El presagiado final del kirchnerismo –seguramente quedará algo residual- en las generales de octubre próximo, reacomodó los tantos en la justicia.
Actualmente, en estas dos últimas semanas, queda la sensación de un avance de las causas a una velocidad superior a la promedio de los últimos 20 meses.
Desde la suspensión del camarista Eduardo Freiler, un evidente enriquecido ilegal, pasando por los pagos de Odebrecht para la adjudicación del soterramiento del Sarmiento y los avances en algunas causas contra Cristina Kirchner, las acciones se precipitan.
Todo se mueve. En una semana, allanan el hotel Waldorf de Kirchner por lavado de dinero; el ex dueño de Tiempo Argentino amenaza con declarar y revelar los nombres de los funcionarios involucrados también en el lavado de dinero, en particular en las provincias de Buenos Aires, Chaco y Formosa.
Y sigue: la inhibición de las cuentas del “Corcho” Rodríguez por los sobornos de Odebrecht; el procesamiento de Lázaro Báez y otras 26 personas de su entorno, dispuesto por el juez… Sebastián Casanello; y la citación a Cristina Kirchner y sus hijos para declarar por las maniobras con hoteles.

Dólar
Solo el caradurismo pudo vincular la suba del dólar con el fracaso económico del gobierno. Solo la venda en los ojos y la absoluta pérdida de discernimiento pudo impulsar a los militantes –periodistas o no- a repetir semejante idiotez como si fuese una verdad revelada.
A veces la mentira, la fábula o el relato tardan o retardan el tiempo de la verdad y entonces la validez del embuste alcanza un período considerable.
En este caso, el relato contaba con fecha de vencimiento inmediato: el día de las PASO. Al día siguiente, la cotización de la divisa norteamericana comenzó una rodada hacia abajo que solo detuvo la intervención del Banco Central, ya no para vender dólares, sino para comprarlos a fin de no caer nuevamente en un retraso cambiario con relación a los precios internos.
En otras palabras, el dólar subió cuando no era imposible un triunfo kirchnerista en la provincia de Buenos Aires. Y así como subió, bajó inmediatamente cuando se supo que ese triunfo kirchnerista quedó desvanecido.
Pero, no importa. Miente, miente que algo quedará decía el doctor Joseph Goebbels, el propagandista del nazismo.

Sindicatos
El presidente Mauricio Macri, a decir de sus exégetas, se cansó de la doble conducta de los cegetistas –ala Moyano- que, según dicen, cuando se ven con el presidente o el ministro de Trabajo, aseguran que todo está bien y que solo hacen un paro o una movilización para contener a las bases.
De allí que, ante esa doble conducta, el Presidente se hartó y decidió cortar por lo sano con el despido de sus funcionarios que guardaban particular buena relación con el sindicalismo de los “corcovos”.
Resta saber si lo del Presidente presagia un conflicto con algunas entidades gremiales o si, como dicen los muchachos, todo está bien pero hay que contener a las bases de… Cambiemos.

COMENTARIOS
On-Off