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ENFOQUES

Competitividad de la soja en jaque

Se pierden u$s 2.000 millones anuales por las malezas resistentes. El gobierno quiere mejorar no solamente la competitividad del sector agropecuario sino también del resto de las actividades económicas no solamente pampeanas además extra pampeanas, las  economías regionales y de otros sectores de la producción y la industria, tanto orientadas al mercado interno como a la exportación.
El productor se queja, y con razón, del elevado costo argentino que le resta competitividad y en muchos casos hace peligrar la rentabilidad y supervivencia de su negocio. 
Sin embargo, de la tranquera para adentro existen algunos problemas que afectan la competitividad, como es el caso de las malezas resistentes en el cultivo de soja. 
Un reciente estudio del Postgrado de Agronegocios de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) dio como resultado que 18,5 millones de hectáreas tienen la presencia de dos o más malezas que han generado resistencia a herbicidas, casi el 93% de toda la superficie sembrada con soja. 
Alrededor de la mitad de las hectáreas se encuentran en alerta roja, el nivel de infestación del cultivo determina pérdidas de rendimiento en la soja de hasta un 35% con un 90% de infestación. 
La situación ha sido muy bien estudiada también por los técnicos y productores de AAPRESID (Asociación de Productores Argentinos de Siembra Directa) desarrollando un sistema de reconocimiento de malezas resistentes conocido como REM
Como vemos la situación es realmente muy crítica y por el momento el gobierno no ha tomado conciencia de la real magnitud del daño que dicha situación provoca en la economía argentina en su conjunto y a los productores en particular. 
El principal cultivo que se siembra en la Argentina y el principal producto que genera divisas y multiplica la actividad económica en el interior, la soja, está siendo jaqueado por un problema tecnológico que tiene además una respuesta y solución tecnológica
Y no veo que este tema sea tratado como una política de Estado, todos miran para otro lado y el principal perjudicado de esta actitud, muy de nuestra cultura por cierto, es el productor,  quien no logra levantar su voz luego de tantos años de censura ideológica y tecnológica. 

El productor se queja, y con razón, del elevado costo argentino que le resta competitividad y en muchos casos hace peligrar la rentabilidad y supervivencia de su negocio. 

Todos los productores del país deben tener el derecho del acceso a todas y cada una de las nuevas tecnologías disponibles como es el ejemplo en este caso de la soja, y para que ello sea posible, los productores deben asumir su responsabilidad y reconocer el pago correspondiente por la propiedad intelectual de las nuevas tecnologías que hoy podrían estar disponibles. 
Ningún productor está obligado a utilizar y a pagar por las nuevas tecnologías, pero si lo hace tiene una obligación moral de hacerlo. 
Y las nuevas tecnologías no están disponibles por la falta de compromiso del gobierno y de las entidades del campo, en un tema tan importante para que nuestros productores puedan competir de igual a igual con los farmers de Brasil y de los Estados Unidos
Sabemos que la empresa Dow ha retirado de los trámites de inscripción comercial a la Soja Enlist resistente al 2,D y Monsanto ha hecho lo mismo con la Soja Extend, con resistencia al Dicamba
Mientras aquí seguimos discutiendo el uso propio, data de una ley de 1973, los farmers americanos ya están utilizando las sojas Enlist, cuyo nivel de adopción y hectáreas beneficiadas ha sido la mayor en la historia en su primer año de lanzamiento. 
En Brasil ya se están preparando para poder tener en la próxima campaña ambas tecnologías disponibles para los productores de soja. 
Como decimos al comienzo, los factores arriba mencionados forman parte de la estructura productiva y de costos que no pueden ser controladas ni modificadas por los productores. 
Pero hay otros factores y variables que sí pueden ser controlados y lograr mediante su utilización una considerable baja en los costos de producción y mejorar así la competitividad del cultivo. 
Uno de esos factores tiene relación directa con las malezas resistentes que han ido generando resistencia a la aplicación de ciertos herbicidas bajo el paraguas de las Sojas RR. Y el mejor remedio para esta situación es la utilización de sojas como la Enlist y Extend, que han demostrado en otros países la excelente respuesta al problema que hoy nos convoca. 
El costo que anualmente se pierde en la Argentina, por menores rindes de soja y el ineficiente control de las malezas resistentes es de u$s 1,300 millones de acuerdo a un estudio realizado por el ingeniero Palau
Los productores que combaten este tipo de malezas tienen a su vez un sobre costo de 30 a 120 u$s por hectárea de acuerdo al grado de infestación. Asumiendo el 50% del área de soja afectada, con un sobrecosto promedio de 70 u$s por hectárea por la utilización de herbicidas específicos para cada tipo de maleza, el costo total anual asciende a u$s 700 millones. 
Una pérdida global de u$s 2,000 millones entre el menor rinde obtenido el mayor costo de aplicación.

(*)Analista de Mercados. 

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