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EX MAESTRA Y DIRECTORA

“Fita” Di Marco: “Además de los conocimientos, un docente enseña valores”

Durante más de 25 años fue directora de la Escuela N° 2. También trabajó en la N° 30 y en la N° 7, dio clases a adultos en la nocturna y desde sus 18 años hasta hoy tiene alumnos particulares.

Todavía hoy, a casi diez años de haberse jubilado como maestra, Josefa Di Marco se topa con jóvenes (y no tanto) que la saludan al entrar a un comercio o mientras camina por alguna calle de la ciudad con un cariñoso: "Hola, señorita Fita".
Es que ella es y seguirá siendo por siempre la "señorita Fita": una suerte de sello que da cuenta de su paso por la docencia y de la marca indeleble que dejó entre quienes la tuvieron como maestra o directora.
Se desempeñó en las escuelas N° 30, N° 7 y N° 2, además de tener alumnos particulares –desde sus 18 años hasta la actualidad– y en toda su carrera su norte fue el mismo: para ella, el maestro "debe tener la capacidad de transmitir con conocimiento y con el corazón".

  Maestra

Fita nació en Junín. Es la mayor de dos hermanas, hijas de un peluquero y un ama de casa.
Hizo la primaria en la Escuela N° 24 y la secundaria en el Normal, de donde egresó como maestra.
Según dice, fueron sus padres quienes le insistieron en que debía seguir estudiando permanentemente. "Les agradezco mucho porque la docencia, aparte de mi familia, fue lo mejor que me pasó en la vida", afirma.
Al egresar del secundario no le resultó fácil conseguir trabajo. Estuvo un tiempo sin que la llamaran y solamente pudo ingresar en la Escuela N° 7 en el llamado Plan Recreativo, que se extendía solamente durante el verano.
"Yo no conseguía trabajo –explica Di Marco–, y en ese momento se abrió el Instituto de Formación Docente, entonces hice el magisterio, para continuar mi formación".
De las muchas docentes de entonces destaca a la directora del Instituto, Marta Carpanetto, "una excelente profesional".
En el último año hizo la práctica rentada, una experiencia común en aquel entonces que después dejó de hacerse: "Tuve el privilegio de que me llamara Marta Carpanetto y me diera la Escuela N° 30. En ese entonces era una escuela muy humilde, como si fuera de campo. Ahí me encontré con chicos humildes y de un gran corazón, que me querían un montón".
En la Escuela N° 30 estuvo al frente de cuarto grado. La directora de ese establecimiento era Leticia Elizalde, quien recomendó a Fita para participar la Escuela Experimental que se había creado en la Escuela N° 7, una iniciativa novedosa que se empezaba a implementar. Entonces, la directora del proyecto, Catalina Martinelli, la convocó.
"Yo digo que le debo mucho a Marta Carpanetto, y que Leticia Elizalde y Catalina Martinelli fueron las dos personas que más me formaron para mi trabajo", resume Fita.
En este establecimiento pasó por diferentes grados, "lo que a la larga fue un gran beneficio", porque cuando se produjo una vacante en la dirección, le ofrecieron el cargo de manera interina hasta que se presentara alguien por concurso, dada la experiencia que tenía en todos los cursos. Aceptó y estuvo unos meses, hasta que se hizo el concurso y entró la señora Dora Panichelli.

Directora

Al poco tiempo se abrió otro concurso para cubrir vacantes en la dirección de varias escuelas. Di Marco rindió y le fue tan bien que pudo elegir la escuela que quisiera dirigir: "Elegí la Escuela N° 2 porque me quedaba cerca de mi casa, mi marido había sido alumno de allí y era muy exigente".
Hizo toda su carrera en la Escuela N° 2, como directora, desde 1982 a 2008, cuando se jubiló.
Con más de 25 años al frente de la institución, asevera que fueron "muchas cosas" las que pudo desarrollar: "La escuela tenía que ser inclusiva y nosotros trabajamos mucho por eso. Muchísimos docentes me acompañaron en esta tarea de hacer las cosas bien para esa comunidad que era muy exigente, y los alumnos y los padres me quisieron y me quieren mucho, eso es lo que recibo diariamente".

La docencia

Además de ser docente de grado y directora, Di Marco también trabajó dando clases para adultos en la escuela nocturna y dio clases particulares desde que se recibió, a los 18 años, hasta hoy.
Es decir que la docencia más que un trabajo es en ella una verdadera vocación. "A veces se dice que los chicos no tienen capacidades, pero es uno el que debe tener la capacidad de transmitir con conocimiento y con el corazón, y en ese sentido yo tuve logros maravillosos", asevera.
Según dice, "además de los conocimientos, un docente enseña a compartir, a ser respetuosos, enseña los valores que tanto se han perdido en esta sociedad".
Por eso, aún hoy, sigue siendo "la señorita Fita" para todos, lo que para ella significa "una gran emoción".
Y al momento de hacer un repaso de su carrera, señala: "Debo haber hecho las cosas bien porque toda la gente que me encuentra me dice que me recuerda con cariño. El balance que puedo hacer es muy positivo, nunca pensé que fuese a alcanzar todo lo que logré. A mí la docencia me dio muchas satisfacciones. La Escuela 2 siempre se caracterizó por ser muy exigente y por eso muchos querían anotar a sus chicos ahí, hacían colas, estaban toda la noche, se instalaban con sombrillas, en una oportunidad hasta hicieron choripanes, todo para poder entrar, y eso me alegraba mucho".

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