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PIONERO DE LA INDUSTRIA GRÁFICA LOCAL Y JURADO DE BOX

Néstor Allende: “Tengo pasión por lo que hago”

Arrancó con la linotipia y tuvo su imprenta con la que hacía trabajos en Junín y una amplia zona de influencia. Además, lleva más de 50 años como jurado de box. Pero, ante todo, un “familiero”, como él mismo se define.

Néstor Allende nació en Rufino, la ciudad en donde trabajaba su padre ferroviario. Pero al poco tiempo, la familia se volvió a Junín.
Acá hizo la primaria en la Escuela N° 16 y la secundaria en el Comercial. Sin embargo, dejó su escolaridad antes de recibirse porque debía trabajar.
En realidad, su primer empleo lo tuvo a los 11 años, cuando arrancó como cadete y vendedor de la Librería Rucci. “Yo quería una bicicleta y empecé a trabajar para tenerla –recuerda–, con el primer sueldo, me la compré en cuotas. Fui uno de los primeros del barrio en tener una”.
También trabajó en una ferretería y, más adelante, en la linotipo del diario La Verdad, donde surgió su pasión por la gráfica.
A raíz de esa inclinación, se perfeccionó en linotipia en Buenos Aires.

Gráfico
Una vez formado, regresó a Junín y trabajó en medios gráficos de toda la región. “En esta zona había muy pocos que hicieran ese trabajo”, comenta.
Más tarde, abrió su propia imprenta, que primero estuvo ubicada en Benito de Miguel y luego en la esquina de España y Cabrera.
Era una época “muy buena” para ese rubro. De hecho, por entonces hubo hasta 40 imprentas en Junín: “Después de la linotipo vino la computación y eso revolucionó todo, así que yo tuve que cambiar las máquinas y renovar el sistema”.
De acuerdo a su experiencia de décadas en la imprenta, su mejor momento fue en la primera mitad de los 70: “Yo era amigo del doctor Oscar Venini, con quien salía a correr, y le ofrecí mi colaboración cuando él se candidateó a intendente, con afiches y demás. Después, cuando fue elegido, me preguntó cuánto me debía por el trabajo, y yo le dije que nada, que lo había hecho por un amigo. Y como insistió en ayudarme, le dije ‘yo no quiero nada, a mí dame trabajo y nada más’. Y él me dio cosas de la municipalidad para hacer y eso me fue muy útil”.
En contrapartida, la época más difícil fue durante el alfonsinismo que, según sus propias palabras, “fue tremenda para las imprentas”. En ese entonces, Allende debió vender unos terrenos que tenía, para mantener la imprenta.
Con todo, sostuvo su emprendimiento durante años, haciendo trabajos “desde Junín hasta Mendoza”.
Hace tres años cerró su imprenta y se llevó algunas máquinas a su casa, donde hago trabajos puntuales. “No puedo estar sin hacer nada así que tengo algunas cosas para gente que, más que clientes, son amigos”, sostiene.

Jurado de box
Desde muy chico Allende tuvo vinculación con el deporte. Además de ser aerobista y jugar al fútbol en el club BAP, siempre fue un aficionado al box, aunque no lo practicó.
Y fue por esa afición que, siendo muy joven, le ofrecieron ser jurado de peleas.
“Me explicaron qué era lo que tenía que hacer, cómo debía evaluar un jurado, después compré bibliografía y me capacité en Buenos Aires”, explica.
Fue así como lleva más de 50 años en esta actividad, que hace “por gusto”, ya que nunca tuvo la intención de “sacar dinero”. Para Néstor, “el boxeo es una pasión”.
A la hora de explicar su tarea, Allende hace hincapié en la imparcialidad: “Como jurado, yo me siento en mi lugar y no me fijo si el que pelea es Juan o Pedro, para mí hay uno que es el del rincón azul y otro del rojo, no me importa si es el campeón o es alguien que no conoce nadie”.
Según dice, “hay que estar muy concentrado y no perderse ningún detalle, porque uno por ahí mira para un costado y cuando volvió la mirada se da cuenta de que se perdió un golpe o un movimiento”.
Por eso es muy meticuloso y hasta les pide a los réferis que no se queden parados delante de él en los combates.
Es tal su profesionalismo que remarca que para cada pelea él debe “estar bien físicamente, bien descansado, no comer mucho antes, para tener claridad en la mente”.
Y explica qué es lo que se evalúa en una pelea: “En los boxeadores miro tanto el ataque como la defensa y cuento los golpes que pega y que recibe cada uno. Eso es algo fundamental, porque hay amagues, o se tiran piñas solamente para mantener lejos al rival, entonces hay que contar las que entran. Para eso hay que tener la lucidez suficiente”.
Con más de 50 años como jurado, Allende no tuvo discípulos, pero siempre pregonó hacer esto con honestidad. En alguna oportunidad le han sugerido que tuviera algún tipo de favoritismo por algún púgil, pero se negó a actuar de manera contraria a sus convicciones. “Yo veo algunos jurados que son novicios y se dejan llevar o influir por la amistad, y eso no debe ser así”, sentencia.

Balance
Allende asevera que “el boxeo es un arte, como el dibujo”, otra de las actividades que practica desde niño. De hecho, tiene cientos de dibujos hechos, y hasta ganó concursos.
Pero al momento de hacer un balance, Néstor pone en primer lugar a su familia: “Tengo pasión por lo que hago, por mi familia, por el amor, que es todo en la vida, así que estoy conforme. Soy muy familiero, amo a mi esposa, a mis dos hijos, a mis siete nietos a mis nueras, y sigo mi camino tratando de hacer el bien en todo”.

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