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CADA VEZ MÁS JUNINENSES DECIDEN INSTALARSE EN LAS ZONAS DE QUINTAS

Vivir en las afueras: desventajas y beneficios de una tendencia que crece

La falta de lugares en la ciudad y la opción de disfrutar de un entorno natural son los motivos que generaron esta situación. También hay obstáculos, como la distancia al ejido urbano y mayores gastos en servicios.

Las tendencias habitacionales y los estilos de vida cambian y se renuevan.
Tradicionalmente, en las zonas alejadas del área urbana de nuestra ciudad sólo se encontraban casas de fin de semana, con construcciones generalmente modestas, una pileta y espacios verdes para aprovechar. Pero hace años que la geografía de “las afueras” muestra notables variaciones en cuanto a sus construcciones.
Es que cada vez más gente elige vivir en zonas periféricas, alejada del movimiento propio de la ciudad.
Los espacios que antes eran conocidos como sector de quintas, cuenta en la actualidad con muchas construcciones que funcionan como vivienda permanente.
Y los sectores que se suman a esa tendencia son cada vez más: el Camino al Parque Natural Laguna de Gómez, La Rufinita, Cerrito Colorado, los alrededores del Junín Golf Club, los loteos Palmar I y II o Proyecto Alvear, y los barrios Rincón del Cielo, Camino del Resero Norte y Ramón Carrillo, entre otros.
El contacto con la naturaleza, la tranquilidad, las posibilidades recreativas, son sólo algunas de las razones que exponen quienes optaron por este estilo de vida.

Más residentes
Santiago Ehrman, presidente de la sociedad de fomento del barrio Cerrito Colorado Norte, asegura que “en los últimos años creció mucho la cantidad de familias” que residen en ese vecindario.
Lo mismo analiza Mariano Petraglia, fomentista del Barrio Real, y grafica: “Antes prácticamente no pasaban vehículos por el Camino al Balneario, salvo los fines de semana, mientras que ahora el tránsito es permanente y en el semáforo del cruce siempre se amontonan autos”.
Ejemplos similares se replican a diferentes zonas que históricamente eran de casas de fin de semana.

Costos
Uno de los factores que interviene en este escenario es la falta de espacio en la ciudad y, principalmente, el valor de los lotes.
En ese contexto, Petraglia recuerda cómo era el panorama cuando él se mudó al barrio real, 14 años atrás. “Cuando yo me vine acá –cuenta– un lote en el barrio Gregorio González estaba a 30 mil pesos (que en ese momento estaba 1 a 1 con el dólar), mientras que acá valía 1.500. Es decir que lo hice por un tema económico, aunque también me gustaba vivir en un lugar alejado”.
En coincidencia, Ehrman asevera que un factor clave es “el valor de los terrenos”, y amplía: “Acá los lotes son mucho más baratos que uno en Junín, aun los que son más grandes”.
De acuerdo a las estimaciones de un martillero local, un lote de unos 700 o 750 metros cuadrados en la zona de Cerrito Colorado podría costar alrededor de 25 a 30 mil dólares.
En tal sentido, se estima que por el precio de un terreno de 300 metros en la plana urbana, se podría adquirir uno de mil metros en zonas de quintas.

Beneficios
Los principales elementos que destacan los vecinos de estos lugares pasan por la paz que se respira al estar alejados de los ruidos de la ciudad y la posibilidad de aprovechar un contacto más directo con la vida al aire libre.
“Se busca un poco más de tranquilidad, convivir con la naturaleza. Por eso en estos barrios nunca se nos ocurriría pedir el pavimento, porque se intenta preservar esto”, explica Ehrman.
Pablo Michelli, un empleado de comercio que tiene su casa en Cerrito Colorado, enumera los beneficios que tuvo en cuenta a la hora de elegir vivir en ese lugar: “Acá tenés un contacto mucho mejor y más cercano con la vida al aire libre; los chicos tienen mucho más espacio para divertirse y juegan más afuera; si te gusta correr o caminar, sólo tenés que ponerte la ropa y salir, no tenés que ir a ningún lado porque ya hay un entorno para disfrutar; además, en Cerrito Colorado hay dos clubes, Los Miuras y Banco Provincia; y también está la tranquilidad que te da el hecho de vivir en una zona como esta”.
Asimismo, en algunos de esos lugares, como el Cerrito Colorado y ciertos sectores del camino al Balneario y de la zona del Golf, cuentan con la mayoría de los servicios, lo que acorta las diferencias con la ciudad.

Desventajas
Lo primero que se piensa a la hora de observar los obstáculos de vivir en zonas alejadas del centro de la ciudad, es el tema de la distancia.
“Hay que adaptarse al ir y venir”, señala Petraglia. Este punto influye aún más en las familias con chicos en edad escolar, a los que deben llevar al colegio, pero también a otras ocupaciones que puedan tener, como inglés, deportes y demás.
“Si tenés chicos que hacen actividades, vas y venís mucho”, resume Michelli.
Eheman agrega que “tal vez lo sufren más los adolescentes de 14 o 15 años, que por ahí se juntan en el centro y desde acá no tienen quién lo lleve hasta allá”. No obstante, aclara que “una vez que uno está viviendo acá se da cuenta de que no es tan grave”.
Del mismo modo, Petraglia sostiene que “es una cuestión de costumbre”, y añade: “Yo viví en mi época de estudiante en La Plata y para ir cualquier lugar tardaba media hora, así que esto no me parece algo difícil”.
Para evitar la sumatoria de viajes a la ciudad, los que viven en quintas también deben ordenarse para hacer las compras. “Tenés que ser organizado para no llegar a tu casa y darte cuenta de que te olvidaste la leche, hay que programar los viajes a la ciudad”, comenta Michelli.
No obstante, al incrementarse el número de viviendas permanentes, en las zonas alejadas ya aparecieron comercios que permiten “sacar del apuro” a los vecinos. En el Camino al Balneario hay, al menos, una despensa y una carnicería; en Cerrito Colorado también hay un almacén, lo mismo que en La Rufinita y otros barrios, lo que permite tener esas cosas resueltas en el propio lugar. “Antes –recuerda Petraglia– a veces tenías que ir a lo de algún vecino, que encima eran pocos, para pedirle fósforos o lo que fuera, mientas que ahora hay un almacén acá”.
Otras desventajas que trae aparejado la vida en estas zonas tienen que ver con mayores gastos: dependiendo del trabajo que tengan los adultos, a veces se necesitan dos autos; la calefacción de los ambientes cuesta más y no en todos lados hay gas natural; en general, en esos lugares se construyen casas más grandes, lo que implica más impuestos; y los lotes demandan de un mantenimiento que requiere el pago a un prestador de ese servicio o de que lo haga el propietario.
En cuestiones más específicas, los residentes de estas zonas también agregan que los sistemas de delivery no van tan lejos y no es tan sencillo conseguir personal doméstico que acepte trabajar allí, habida cuenta de las distancias que deben realizar.
En tanto, los déficits en el alumbrado público que puedan existir en algunas zonas y la distancia entre las viviendas suele ser considerado como motivos que favorecen la inseguridad. Es por eso que en un alto porcentaje de las casas hay alarmas y en muchos barrios se contrata un servicio extra de patrullaje.

Conformes
Con todo, los residentes consultados por Democracia se manifiestan conformes con la decisión tomada. “Yo no me muevo más de acá”, sintetiza Petraglia.
Por su parte, Michelli recuerda que cuando un amigo suyo pensó en mudarse a una quinta, él lo estimuló a que lo hiciera: “El tema es el invierno porque en este lugar, el verano se defiende solo. Yo le decía, entonces, que se imaginara al lado de un ventanal, mirando al parque, con el hogar prendido y leyendo un libro”.
Haya sido por eso o por otras razones, su amigo –como tantos juninenses en los últimos años– también se fue a vivir a las afueras de la ciudad.

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