La afirmación encendió un reguero de pólvora que recorrió los medios y explotó en los equipos de producción y las redacciones: “Si sumamos los estudiantes que, después de un año no aprobaron ninguna materia y los que apenas aprobaron una, son nada menos que 483.029 los estudiantes en esta situación. Esto encarece el presupuesto por graduado, que supera los 60.000 dólares” rezaba el último informe del Centro de Estudios de Educación Argentina (CEA), de la Universidad de Belgrano.
Pero la afirmación es incorrecta. Mezcla peras con manzanas y exagera la magnitud del fenómeno.
Es verdad que el sistema de universidades nacionales (públicas) graduó en 2011 (último año con datos) 70.398 alumnos y que tiene presupuestados para 2015, $38.533 millones, lo que arrojaría, si los niveles de graduación se mantienen estables, unos 57.921 dólares por graduado (a un dólar de 9,45), pero el problema es que los costos por graduado son muy distintos en cada casa de estudios, dependiendo del tamaño de la institución (porque hay costos decrecientes a escala) y de la calidad de los conocimientos que imparte.
Calidad y cantidad
La calidad tiene que ver no sólo con la cantidad de alumnos por cada docente, sino con el nivel académico de los profesores (cantidad de publicaciones científicas, por ejemplo) y su dedicación. Así, mientras la Universidad de La Plata (UNLP) tiene 4,5 alumnos efectivos por docente, la del Litoral tiene 8 y la de Quilmes, que utiliza mucho las plataformas virtuales de enseñanza a distancia, tiene 11 alumnos por cada docente. En materia de dedicaciones, la UNLP tiene sólo el 11% de sus docentes con exclusiva, mientras que la de General Sarmiento posee el 53% de la planta en esa categoría. Cuando miramos las publicaciones científicas, lideran la UBA, La Plata y Córdoba, aunque la de San Martín es la que más publica, en proporción al presupuesto recibido.
Entonces, cuando los autores del polémico informe muestran la relación estadística entre el gasto por graduado y el porcentaje de alumnos que no aprueban ninguna materia, deberían incluir ajustes por la calidad de los graduados. Si se replica el ejercicio econométrico de la gente de la Universidad de Belgrano, se encuentra que por cada 1% que crece el porcentaje de alumnos que no aprueban ninguna materia, o aprueban una sola, suben los costos por graduado un 3,9%, pero cuando se corrige esa estimación controlando por la cantidad de puntos de dedicación docente por alumno efectivo, y se agrega el ranking de Universidades Scimago (que mide publicaciones científicas) el impacto de cada 1% de alumnos inactivos se reduce al 1,7%.
Este resultado indica que aunque existe un efecto de ineficiencia por culpa de estudiantes de bajo rendimiento, la magnitud del mismo es menos de la mitad de la que los investigadores del CEA sugerían.
Es importante mencionar, a favor del estudio, que cuando en vez de mirar el gasto por egresado, se analiza el gasto por materia aprobada, los resultados son idénticos. En las casas de estudio con más alumnos inefectivos, el costo por cada materia aprobada por un alumno efectivo es mayor (sube un 1,7% por cada 1% de inactividad). Esto es relevante porque incluso cuando se argumente que el objetivo de la Universidad se cumple en parte, incluso cuando el alumno no se gradúa, puesto que resulta socialmente útil que aprenda distintos conceptos y adquiera capital social en las facultades, existe un costo de ineficiencia asociado a los alumnos que no cumplen los requisitos mínimos de regularidad.
Por disciplina
Sin perjuicio de ello, existen además diferencias muy significativas respecto de la complejidad promedio de las carreras que dictan las distintas universidades, que obliga a relativizar los resultados discutidos, porque no es lo mismo tener buena parte de la matrícula concentrada en carreras de Ciencias Sociales, que por lo general son de bajo presupuesto, que focalizarse en Física, Medicina o Ciencias Aplicadas, cuyas erogaciones más altas hacen que el presupuesto por graduado sea allí mucho más oneroso. Para tener una idea, la Secretaría de Políticas Universitarias ha calculado que la complejidad de carreras como Medicina, por caso, puede significar 171% más de dedicación docente que Derecho o Humanidades.
Esta asimetría hace que no tenga mucho sentido, por ejemplo, la comparación con el costo de muchas universidades privadas, que se especializan en carreras más populares y menos costosas. Por ejemplo, de acuerdo al último Anuario de Universidades Nacionales, las carreras de Psicología, Derecho y Económicas representaban el 38% de la matrícula de las universidades públicas, pero absorbían el 59% de los bancos en las privadas.
Tasa de abandono
Por último, aun cuando el costo de los alumnos inefectivos pueda no ser tan alto, es verdad que existe una preocupante tasa de abandono en el sistema (se gradúa el 25%) y que en promedio los alumnos necesitan entre 8 y 9 años para recibirse. Lo cierto es que los estudiantes llegan con una preparación muy pobre del colegio secundario, sobreestiman su capacidad para cumplir con los niveles de exigencia de la Universidad y muchos no pueden o no están dispuestos a hacer el esfuerzo que la vida académica exige.
Es hora de debatir un examen de ingreso que filtre a los que no demuestren su grado de compromiso con el estudio, junto a un programa de salarios estudiantiles que permita una dedicación full time de los que, aún queriendo, no pueden dedicarle 100% a la Facultad.
MIRADA ECONÓMICA
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