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“Si una persona está sola y vuelve a formar pareja va a estar más feliz. La personas mayores más felices viven con otra persona de una edad parecida”, coinciden los especialistas.

Vivir con alguien sería emocionalmente más saludable para los adultos mayores

Lo reveló un estudio realizado por la UCA y la Fundación Navarro Viola.

“Los adultos mayores  que  viven  solos  carecen,  más  que  el  resto,  de  las  relaciones  sociales  necesarias para  una  buena  vejez”, aseguran las conclusiones que arrojó el estudio del Barómetro de la Deuda Social con las personas mayores, de la UCA y la Fundación Navarro Viola.  
El informe plantea que presentan un déficit  elevado  en sus  capacidades sociales y en otros planos: carecen de muestras de afecto, de alguien que los aconseje sobre cómo resolver sus problemas personales o en las tareas domésticas, si llegan a necesitarlo. 
Vivir en soledad potenciaría la insatisfacción y esto se reflejaría en tres indicadores: mayor tendencia a sentirse poco o nada feliz, mayor dificultad para tener proyectos personales y mayor propensión a sentirse solo.
Si bien muchas veces el hecho de vivir en soledad puede obedecer a deseos de autonomía, no siempre es resultado de una elección. Los efectos anímicos sobre el adulto mayor serán muy distintos según sea el caso. 
Los expertos sostienen que si se encuentran en una buena posición económica, bien de salud y desean seguir viviendo en su casa, integrados al contexto social de siempre, seguramente disfrutarán de vivir solos. Ya que podrán aprovechar el amplio grado de libertad, de independencia y de autonomía que, como sostienen los expertos, suele agradar sobremanera.  
En el otro caso, cuando diversas circunstancias hacen que la soledad residencial no sea una elección sino una obligación, la calidad de vida de los adultos mayores podría desmejorar notablemente. 
Según datos del estudio de la UCA, el 17,9% de las personas mayores que viven solas se siente poco o nada feliz, este sentimiento disminuye hasta el 13% entre quienes conviven. 
El déficit de proyectos personales, que refiere la percepción subjetiva de incompetencia para proponerse metas y objetivos en procura del bienestar personal, es del 27% entre quienes viven solos y del 22,9% entre quienes viven acompañados. 
Por otro lado, la percepción de soledad (sentir que no se tiene a nadie a quien acudir) alcanza al 21,8% de las personas mayores que viven solas y al 13,4% de las que conviven. 
En estudios anteriores del Observatorio de la Deuda Social Argentina se advierte que sentirse solo no es lo mismo que estar solo. “La persona puede sentir soledad aunque esté rodeada de semejantes que le brinden afecto. Pues aun así, la persona se siente sola. No se trata de soledad social, sino de soledad emocional, de una experiencia subjetiva mucho más compleja, que tiene su origen en el modo en que el individuo percibe la calidad de sus relaciones”, explica la investigadora Solange Rodríguez Espíndola.  
El informe también revela que la percepción subjetiva de no contar con otras personas cuando se necesita ayuda en tareas domésticas (para la preparación de la comida cuando no puede hacerlo o alguien que asista en casos de enfermedad) es mayor entre quienes viven solos: 67,3% mientras que entre quienes viven acompañados alcanza al 28,6%.
En la misma dirección apunta otro dato: el 60,2% de las personas mayores que viven solas y el 32,8% que viven acompañadas sienten que no cuentan con alguien que los aconseje sobre cómo resolver sus problemas personales o los ayude a resolver determinada situación. 
Por último, el 27,9% de los adultos mayores que viven solos ve poco o nada satisfechas sus necesidades de afecto y cariño, una proporción notoriamente más grande que la encontrada entre quienes viven acompañados (10,3%).
“En el análisis de las condiciones de bienestar subjetivo de las personas mayores que viven solas se observan las siguientes situaciones: mayor frecuencia de la infelicidad, mayor frecuencia del déficit de proyectos personales y mayor sentimiento de soledad”, concluye el informe.

Una nueva convivencia
En este sentido, volver a enamorarse e iniciar una nueva convivencia puede significarles una mejora en la calidad de vida. 
“Si una persona está sola y vuelve a formar pareja va a estar más feliz. La personas mayores más felices viven con otra persona de una edad parecida. En general les hace muy bien”, afirma la gerontóloga Silvia Gascón.  
Sin embargo, lamenta la especialista, muchas veces se tienen que enfrentar con prejuicios de que ya no es “momento” para enamorarse o que puede existir “interés” económico por alguna de las partes.

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